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Xul Es dificil ligar con un solo impulso de aire los pasajes sol-la, do-re y sol-la agudos. Pero los buenos txistularis, a pesar de esa dificultad, juntan de tal manera las notas que dan sensación de perfecta li- gadura. Es el txistu un instrumento que se presta grandemente a toda clase de floreos, mordentes, apoyaturas, trémolos, vibratos, etc. La escuela de los antiguos txistularis es maestra de ese estilo so- breadornado, muy conforme con la naturaleza del instrumento y con el repertorio relativamente sencillo que cultivaba. Y hay que confesar que aunque los actuales artistas son supe- riorísimos a los antiguos en técnica y en repertorio, sin embargo el timbre, la emoción y vida producidos por «el sencillo y al mismo tiempo difícil estilo campesino-pastoril tienen una superioridad artística innegable. Se produce el vibrato moviendo rápidamente el dedo sobre el orificio que está sonando, pero sin cerrarlo completamente. El trémolo o trino se ejecuta cerrando con rapidez el orificio inferior del que canta. Para mayor pureza de sonido, es conveniente mojar el interior del tubo, como suelen hacer los txistularis, con sidra, vino, agua, et- cétera. Mejor sería humedecerlo con aceite de almendras dulces, pero teniendo cuidado con los instrumentos que tienen anillos y emboca- dura de latón; pues hay peligro de que al contacto de ambas sustan- cias se produzca un veneno activísimo. Conviene guardar el instrumento libre de violentos cambios at- mosféricos, pues se altera grandemente sobre todo con el tiempo muy seco y caliente. mi GAMA DEL TXISTU En la música de flauta vasca hay dos gamas o escalas. La primera es la antigua y natural, peculiar de las melodías genuinas de danza vasca. Se produce sencillamente, sin forzar la forma natural de tomar el instrumento, y manejando únicamente los tres orificios. Es la única usada por los antiguos txistularis sencillos, ingenuos e incontaminados por músicas extrañas; la de los txistularis- pastores sin solfeo ni cultura musical alguna, instruídos úni- camente por la naturaleza y por la tradición racial; la de esos flau- tistas vascos agrestes, llenos del encanto de la música espontánea, de las viejísimas tonadas patrias. Es una escala diatónica con una sola alteración: el fa sostenido de la segunda escala,

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