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6 ciedad infundiendo en las almas la caridad fraterna que es precepto pe- culiar de Jesucristo y el complemento de la ley cristiana» (1). Porque «las palabras de amor, observa Goyau, son en definitiva las más revo- lucionarias; por eso el Santo de Asís puede venir a ser en nuestros tiempos, como lo fué en el suyo, el artesano de las innovaciones ver- dadcramente sanas» (2); «San Francisco, dijo Paul Sabatior, armó una revolución nunca vista ni oida, sin más armas que el amor» (3). «Estrechó los lazos de la sociedad cristiana, había dicho Ozanam, honrando y ennobleciendo la pobreza y apaciguando la guerra de los que no poseon contra los que poseen» (4). El Santo que con un entusiasmo sin ejem- plo abrazó voluntaria mente la pobreza más absoluta; que prohibió a sus Hijos manejar di- nero y exigir el salario de su trabajo: que lla- maba tesoros a los men- drugos de pan recogi- dos de puerta en puer- ta; que bosaba las lla- gas do los loprosos, ex- perimentando dulcedum- bre en el ánima y en el cuerpo (5); que se echa- ba a los pios de los sal- teadores de caminos; que a todos los seres Mabe fianamos suyos; que cantando himnos al frate Sole apaciguaba las discordias; quo lloraba ante una cruz de madera y se arrobaba an- te una flor; que andaba con los pies desnudos pero adornados de las Llagas de Cristo, ¿no había de provocar una revolución saludable por medio de sus creaciones, verdadera reproducción de su espíritu? Para ejercer en la sociedad la influencia que Benedicto XV califica de «honda y universal» no ha necesitado la Orden Tercera armarse contra tiranías, ni organi. zar resistencias, ni declamar acremente contra injusticias. Para evitar (1) Encicl. citat, (2) Citat, por Asnar, Acción Franciscana. (3) 8. Francisco y su Misión Social. P. Venanee. (4) Les Poetes Franeiscaine: (8) Testamento de S. Franvisco

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