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HR «Gran Don» de los altares, y se desagravia leal- mente al Señor, de los ultrajes a que se expuso por nuestro amor en los tabernáculos. Es pre- ciso adentrarse en este pensamiento con fe y devo- ción. Y en estos momentos en que se usa y a veces se abusa de la Santa eucaristía con tanta frecuencia, precisa, sobremanera, «levantar la in- tención» y elevar el pensamiento en la Santa Co- munión. Cuanto más abundantemente se parti- cipa del Pan de la vida, mejores motivos y razo- nes más apremiantes de gratitud se ofrecen al co- razón que de verdad atiende y considera la «Ins- titución eucaristica. No nos contentemos con una devoción rutinaria, epidérmica. Pongamos, si- quiera una vez por semana, algo de generosidad y de fe en la Comunión. Pero, no queda ahi la obra de los Jueves. Eso es lo esencial, lo fundamental, lo que reclama la fe y el amor de los corazones delicados y agra- decidos. MM. — «PEQUEÑOS APOSTOLADOS» Además de eso, la obra de los Jueves euca- rísticos tiene otro aspecto grandemente simpático y atrayente... Los fieles que por la mañana fueron honrados con la representación apostólica en la gran mesa del Señor, tienen el propósito de ejer- cer su apostolado durante el día, y de ahí la prác- tica de los «pequeños apostolados». Cada socio se compromete a hacer cada Jueves algo referente al honor eucarístico, como exteriorización del amor y gratitud interiores. Unos se dedican a coser ropa de Iglesia; otros a lavar los manteles; otros

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