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de YN a todo cuanto digamos se fundamenta y basa en los principios supremos. Quien no entre aquí con un sentimiento delicado de fe y amor no verá nada notable y de peso. Decía un grave escritor que «la falta y au- sencia del sentimiento de gratitud y de sacrificio era lo más sorprendente en las devociones más her- .nosas. Cuanto más bello y puro florezca ese sen- timiento, tanto más bella y pura aparecerá a los ojos de Dios, la devoción. La obra de los «Jueves Eucaristicos» se fun- damenta y se desarrolla enteramente, en un pro- fundo sentimiento de fe, de amor, y de gratitud. Cuanto más alto es el don recibido, mayor agra- decimiento reclama. El Don de la Eucaristía es, sin comparación, mayor que todo otro don... Es necesario estar ciego, espiritualmente, para no verse envuelto en un inmenso sentimiento de gratitud, al recordar aquella institución adorable y divina de la Eucaristía... La hora y el día en que Jesús se quedó en alimento del hombre en el Santisimo Sacramento, merecería escribirse con buril de ace- ro en cada corazón... Aquel día es el «gran día del amor», aquel «jueves» fué el «santo» por an- tonomasia... «Desde que Jesús eligió el jueves para quedarse con nosotros a perpetuidad, a per- petuidad debe de ser amable y santo para noso- tros ese día eucaristico ...,Se trata del «gran día sacramental», augusto, solemne, eternamente me- morable ... Si la creación se recuerda y agradece con un día de descanso a la semana, esta obra eucarística que és una creación más espléndida, que está por encima de toda otra obra, reclama de suyo un día de agradecimiento, de conmemo-

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