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O “ Revolución del 93 en el siglo xvI11; con ella escribió la masonería la historia de la época del terror con fuego y sangre bajo la dictadura de Dantón, Robespie- rre y Marat. Acaso pronto llegará la era de otra nueva revolución, porque las sectas se- cretas trabajan sin descanso y trabajam con empeño, aprovechando nuestra de- sidia y división. La masonería trabaja con esperanzas de éxito por borrar de todas partes el nombre de Cristo. Llegados son los tiempos peligrosos /nstabunt tempora periculosa; y cuamdo ellos trabajan con el tesón y maña de que dan muestras en Francia, en Italia y España, ¿nosotros nos contentaremos con decir qué haremos? ¿Nosotros, de bra- zos cruzados, nos habremos de contentar con mirar las peripecias de la gran lucha de las almas, con llorar las desgracias que ocasiona, con levantar á Dios los ojos, sin pensar en más, sin dar expansión á la fe, sin demostrar que somos hijos de cien mártires, sin hacer siquiera algo que justifique las esperanzas que 1 tenía León XIII en la V. O. T? ¡Oh, no! Con placer vemos levantarse en todos los climas el estandarte seráfico; tras él van legiones de terciarios como nuevos cruzados á una nueva reconquista, es preciso seguirle hasta vencer ó morir. Viene por lo alto de los Pirineos un fragor de combate que infunde miedo; p pero en la patria de Clovis, donde el tirano Combes oprime á la Iglesia en nom- bre de la masonería, quedan todavía terciarios como el conde Harmel, guerre- ros de la palabra y de la pluma como Mun hijos de San Luis. Ellos no pue- den vencer la conjura masónica porque se impone el derecho de la fuerza, pero AAA An L pueden protestar y protestan públicamente contra los actos despóticos de los y secuaces de Voltaire, de Gambetta pueden ir y y van en compactas peregrina- > : ciones diciendo muy alto que, más tarde Ó más temprano la victoria ha de ser y de Dios; que la Francia cristianísima no quiere hacerse solidaria de los hechos bo ¡ del Gobierno; que ellos anatematizan con toda su alma la persecución que sufre ' la fe y que, si es preciso irá la guillotina, irán á la guillotina para que, purificada ' con la sangre de los inocentes, resurja más hermosa la nación que formaron l para la fe, San Dionisio y San Remigio. p Y en España ¿qué pasa? ¿qué ocurre? Los desastres de 1898, consecuencia de ooo! la asamblea masónica de Charlestón, dejan ver toda la influencia ejercida en- ' tre nosotros por las sectas. Guiada por el catolicismo, España se constituyó en | Ñ' nación y acabó de unificarse en el reinado de Kecaredo; salvó los siglos ha- ! ciendo frente á las grandes crisis del Guadalete, de Zalaca, Alarcos, y embar- ) cando en Palos atravesó antes que nadié el Atlántico y recorrió los Océanos y se posesionó del mundo, dominadora y señora á la vez en uno y otro polo. La patria de Alfonso el Sabio, de Jiménez de Rada, de Ramón de Lull, de Ginés, de Sepúlveda, de Vives, de Granada, de Cervantes, puesta su corona á los pies de extranjera gente y su ciencia á merced de advenedizos filósofos, convulsa y aterrada, gime también bajo la acción de las logias y se ahoga apretada la gar- ganta con los anillos de la infernal serpiente. Es necesario despertar del letárgico sueño, presentar la batalla al enemigo, o A — Í librar á la fe y á la patria del poder sectario; es necesario pelear con valor y | constancia, y cuando la fuerza se imponga, será preciso protestar contra esa . imposición, y cuando nada podamos, será preciso recordar que Dios todo lo j puede y no desmayar. z ' j | | j ]
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