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> Nada puede esperar de ellos la causa de la Religión por estimables que sean sus propósitos. La causa de la Religión requiere abnegación, sacrificio, fe y en ellos generalmente escasea todo esto, y por eso, del hombre como político, puede decirse que es una esperanza á medias, aunque sea católico y creyente. Sin embargo, unidos muchos políticos, no.con lazos de partido, sino con deseos de que triunfe Jesucristo, pueden emprender la santa cruzada de las cristianas res- tauraciones. La causa de Jesucristo recibe su apoyo, su fuerza, y aun espera su triunfo no de los parlamentos precisamente, sino del par!amento, de los comercios, de los talleres de fábrica, de todo lugar donde haya hombres que piensen. La frac- masonería golpea todas las puertas, entra á saco en todos los centros, invade todos los organismos y en todas partes siembra pensamientos y odios anticris- tianos: la acción social debe llegar á todos esos centros y hacer penetrar en todos ellos aires de ideas sanas, de amores puros, de deseos santos y contra- rrestar de ese modo la acción de las sociedades secretas. No puedo detenerme en detallar ni lo que hace la fracmasonería ni lo que debe hacer la V. O. T. No puedo pararme en estudiar de qué suerte cunde el mal por causa de la una y cómo debe prevalecer el bien por la ación de la otra. Contraste, la Masonería y la V. O. T. Poco después de haber presentado León XIII 4 la V. O, T. como valladar contra los ímpetus sectarios, apareció una obra titulada Za Orden Tercera Fran- ciscanay la fracmasonería, libro eno de oportunidad que mereció al autor una carta laudatoria del cardenal vicario Parrochi, donde se le notificaba el gozo con que el Papa recibió aquel escrito y la bendición de alientos para obras de la misma índole. Seguramente vosotros no habréis hojeado las páginas de esa obra; era preciso saborearlas para.sentir en el paladar del alma, el.sabor dela doctrina pura, lúcida, de una diafanidad meridiana, de una importancia social elevadísima; era preciso mirar los contrastes de luz y sombra, de amor y odio y de verdad y error, de cielo é infierno para experimentar aquella indignación santa contra una sociedad que respira veneno doctrinal, para convencerse de la razón poderosísima con que los Papas lanzaron anatemas como iras de Dios condensadas en la palabra apostólica contra los masones y elogiaron la institu- ción franciscana per quam efficasisimum paratur remedium gravissimis malis qué bus jam humana societas in supremum descrimen adducitur (León X1U.) Por una parte esa secta, cuyo espíritu deletéreo, como aliento del infierno, lo infesta todo y se enseñorea hasta. de los organismos gubernativos; por otra su antítesis la V. O. T., con sus soluciones de paz, con su programa sobre- natural, con sus alientos del cielo. Por un lado la inspiración de Voltaire, D'Alembert, D'Vendrice y Carducci el poeta de Satán, y por otro S. Francisco tremolando la bandera de la caridad, S. Luis de Francia, el ángel de los Reyes y Lope de Vega, el cantor del Sacramento con sus autos sacramentales. Por una parte los carbonarios asesinos, políticos por odio; por otra los terciarios, si As A

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