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si en la formación histórica, social e industrial de la América en general y de la Argentina en particular, no hubieran destacado, tanto en la época colonial como en la del propio Señorio argentino, la influencia de las peculiaridades etnográficas de su carácter. En verdad, en América se ha estimado siempre al basko con preferencias que obligan su reconocimiento; y, aún, puede decirse otro tanto, de todos los países en que ha la o se ha avecindado la familia baskon- gada. Ahora, en lo que concierne a su naturaleza psi- quica o sea, a las condiciones genéricas de su espiri- tualidad—las tradiciones históricas de la raza blanca le rememoran con los más hermosos dictados, así como las crónicas de todos los tiempos, le reconocen virtu- des e iniciativas que disciernen de reflejo un alto con- cepto ético y moral. Los estadistas que se han ocupa- do de su pais, lo señalan desde tiempos remotos como el más democrático o sea, como el más libre y mejor administrado. Los sociólogos le reconocen sentimientos definidos de honradez, independencia y generosidad. Los histo- riógrafos que han ahondado la naturaleza correlativa de Tas instituciones políticas de las naciones, atribu- yen, por su parte a los baskongados, cuando no el ori- “gen, la prioridad respecto a las libertades públicas de sintesis netamente democrática — que hoy equivaldría a decir de síntesis netamente cristiana, apreciando es- tas libertades, en correlación con la religión que con- fiesan los pueblos caucásicos. Y si esta observación prestigiosa o si se quiere apo- logética, del racial concepto institucional del basko o sea de su idiosincrasia moral—sugiere alguna duda, se encargará de desvanecérnosla esta misma América, que entre los infinitos estadistas de origen b: 1askongado que han actuado y actúan honrosamente en la organi- zación y el desarrollo administrativo de sus Repúbli- cas, rememoran, entre otros, los preclaros nombres de los constitucionalistas Alberdi, Bolívar, Larrañaga, Egaña, Larreinaga y otros, también de nota, hijos o descendientes todos—aquellos y éstos—de sencillos y modestos “gizones” que arrancaron de su patria—de

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