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e Mis A Don Martín Errecaborde, le pareció, al contrario, muy factible. El, aunque muy basko y muy sociable, amante de su país nativo, y muy relacionado con todos los. pai- sanos de una y otra nacionalidad, nunca quiso formar parte de esas sociedades por su filiación nacional. En 1882 al fundarse la plaza euskara se asociaron con ac- ciones algunos baskos franceses, muy amigos suyos. Invitado Don Martín, se excusó, porque la bandera de la plaza no era baskongada; pero, se comprometía a suscribir o hacer suscribir en 48 horas, un capital igual al que el Laurak-Bat o sus asociados hubieran aporta- do, con la condición de que se le sacara la bandera y fuera la plaza netamente baskongada. Cito el caso por- que fuí testigo. Determinada la fundación de la Euskal-Echea, con el programa que le rige, surgieron dificultades que no obstaron, sin embargo de su gravedad, a la continua- ción de los trabajos. Hubo colaboradores en la tarea de esta fundación que merecen muy alto elogio y muy honroso recuerdo de la Euskal-Echea; pero, a ninguno de estos colabo- radores le molestará le llame a Don Martín, el héroe de la jornada. IDemostró en su dirección, no obstante su edad avan- zada, fe, inteligencia, previsión y actividad extraordi- naria, así como también, generosidad y la enorme in- fluencia de que gozaba entre propios y extraños. El bosquejo trazado para su edificación, pareció, puede decirse, que a todos, demasiado amplio — pero no a Don Martin, que confiaba con la adhesión com- pleta, no sólo de los baskos, sino también, de sus hijos. Y sus vaticinios se cumplieron muy honrosamente. Es la página más brillante y más conmovedora de la Eus- kal-Echea. Fué Don Martín, el primero que ofrendó de su pe- culio, dos pabellones, en testimonio de su recuerdo a amigos que distinguió en vida con su afecto; así como también fué el primero que trajo a la obra el tributo ofrendario de familias conceptuadas, en memoria de padres y deudos que fueron baskos consecuentes. Los

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