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A emulación progresiva social, continuara en esa pasibi- lidad moral, tan denegativa de sus hábitos y costum- bres? El deseo de salvar este vacio representativo en el orden social y de beneficencia, existía latente, como no podía menos de suceder en una colectividad tan soli- daria y altruista como la baskongada. Fué tomando cuerpo con la fundación de Laurak-Bat y más tarde, con la del Centro Basko Francés; — pero, estas so- ciedades nacidas con la definición, que llamaré adje- tiva, de su respectiva nacionalidad, aunque hicieron esfuerzos de alguna importancia a este respecto, se encontraron sin ambiente; porque así como el con- cepto adjetival de la nacionalidad excluía hasta la po- sibilidad de la unión de los baskos — sin embargo de reconocerse éstos como hermanos de cuerpo y de alma — excluía también este distingo la posible adhe- sión de sus hijos, que aunque amantísimos de su ori- gen y consecuencia, no podían sin reparo de sus sen- timientos, asimilarse a sociedades de bandera política extranjera. En síntesis, reconocida la imposibilidad absoluta de llevar a cabo esta empresa bajo la tutela o patrocinio de las sociedades creadas, y con distingos que dividie- ran en su fundamentalidad, además de a los compo- nentes de la institución, a los mismos pobres que de- bían socorrerse, sin embargo de reconocerlos como hijos de la común familia, se comprendió que sólo bajo la amplia y natural confraternidad de todos los baskos y de todos sus hijos era posible la constitución de una sociedad que correspondiera en sus objetivos a las necesidades y a la importancia de la representación colectiva. De ésto nació el proyecto de la Euskal Echea — de la casa baskongada con asilos para sus valetudinarios y colegios o escuelas para sus hijos y huérfanos — esto es, la Euskal Echea que veis. La empresa proyectada, además de ser compleja, re- quería mucho capital y atención, por lo que pareció a muchos, sino ilusoria, al menos, atrevida.

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