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| | sus amadas montañas — generalmente en edad tem- prana — emulados por la vital convicción de los dere- chos y deberes congénitos de su naturaleza moral—así como seguros también del dominio de su voluntad; esto es, de la voluntad emergente de la propia sufi- | ciencía, para afrontar las dificultades que obstaren al éxito de sus iniciativas o, cuando menos, para emular la acción de las actividades generales en correlación o paralelidad a la de otro cualquiera. El basko baja de sus montañas y abandona sus la- res, para buscar en lejanas tierras el campo de acción de que carece en el patrio suelo, con esa convicción moral de la hombría y de la suficiencia, que es la sacra enseña cultural del tradicional hogar basko—el alma de su legendaria independencia señorial—y el talis- mán de las bienandanzas de sus hijos; porque consti- tuye en síntesis, esa compenetración moral de la su- ficiencia, el nervio consubstancial de la espiritualidad que redime en el hombre su condición material, para que libre de las rutinarias reservas que sobre deprimir y atrofiar las facultades morales, le cierran, todavía, | el campo de sus actividades — pueda elevarse al solio señorial de su consciente personalidad; esto es, a su genérica condición soberana de hombre albedrial, crea- do por Dios a su semejanza — para que honrándose ' honre el nombre de su Creador. Y si, aún, el arraigo racial de éstos, sus eternos prin- cipios de fundamentalidad cívica, necesitaran para ava- lorar su consistencia, elementos demostrativos de la correlatividad orgánica moral, o, sea de la psicología de su sociabilidad, pudiera citarse como tesis general, el secular régimen político baskongado, que sin solu- ciones de continuidad que acusen mutación alguna bá- sica, continúa desde los tiempos más remotos, “de que no se tiene memoria”, dicen los Fueros, constituído so- bre la base de los derechos albedriales del hombre, en la gama de libertades omnímodas que rigen en la más extricta equidad federada, en la precisa consecuencia de derechos y deberes propios de esa misma soberanía consciente. Aunque desde luego resalta de su milenaria