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SABADO UNDECIMO En el nombre del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo. Amén. ORACION. jOh Virgen Santisima del Rosario de Pompeya, Madre de misericordia y refugio seguro de los pecadores! A vuestros pies vengo, arrepentido de todos mis pecados, a implorar vuestro poderoso patrocinio, para alcanzar de Dios nuestro Sefior la gracia especial, que tanto deseo conseguir en estos momentos de mi vida. Y para mover mas vuestro maternal corazén en mi favor, os dedico este piadoso ejercicio de los QUINCE SABADOS, su- plicandoos a vos misma que me alcancéis del Nifio Dios, que descansa sobre vuestras rodillas, la gracia de practicarlo piado- samente, de modo que sea para mi mayor conversién a Dios, honra vuestra y gloria de Dios nuestro Sefor. Asi lo espero. Asi sea. PRIMER MISTERIO GLORIOSO La Resurreccién de Cristo Nuestro Senor Jesucristo, después de haber muerto en lo alto de la cruz, fue piadosamente bajado y sepultado en un sepulcro nuevo, excavado en la roca, donde nadie habia sido sepultado. Los jefes de los sacerdotes y los fariseos aseguraron el sepulcro sellando la piedra de la entrada y poniendo guardias para custodiarlo. Repetidas veces habia asegurado Jestis en su predicacion que después de su muerte resucitaria al tercer dia. San Mateo relata de la siguiente manera lo que ocurrié en la madrugada del tercer dia alrededor del sepulcro de Jesits: “Pasado el sabado, al alborear el primer dia de la semana, Maria Magdalena y la otra Maria fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el angel del Sefior bajé del cielo y, acercandose, hizo rodar la piedra y se sent6é encima de ella. Su aspecto era como el relampago y su vestido blanco co-

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