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albergue y no les nego alimento fué saqueada, y dos de nuestros misio- neros despojados hasta de sus vestidos. La tranquilidad es incierta, por- que en estas revuel- tas los que hoy for- man cuadrillas nu- merosas de ladro- nes, se alistan al si- guiente como tro- pas regulares, has- ta que nuevos vien- tos de fortuna los lleven a la deser- cién y al pillaje. Ante las continuas incursiones de los ladrones, el llorado Padre Fulgencio se presenté Ileno de valentia al Genera- lisimo que los acau- dillaba, y obtuvo de él un salvo-conduc- Nifio de 12 afos que no teniendo que comer senté plaza de soldado. Tiene machos imitadores. to para que todos los misioneros pu- dieran recorrer sus cristianidades, sin temor a que sus sol- dados les causasen perjuicio alguno. El temor de las gentes era tan gran- de, que durante es- te tiempo ni acudian a los Catecumena- dos. ni se atrevian a abandonar sus ca- Sas para acudir a las instrucciones del Catecismo. jCuanto ha retardado la ins- truccién misional este horrendo caos que se cernié sobre la China! jQue Dios N. Sefior haga brillar sobre el Kansu un rayo de su luz, para que esos millones de paganos se salven!

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