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DE TERCIARIOS PRANCISCANOS 7 Conocida la Orden Tercera de San Francisco, y vistos sus felices resulta- dos, no tardaron otros en imitarle, organizando por modo semejante grandes masas populares. Los fieles ibanse acostumbrando asi al espiritu de asociacién con la mayor elevacién de miras que puede adoptarse, con el mds noble de los ideales que puede concebirse, como es la practica del Santo Evangelio. Partiendo del principio de que todos hemos sido creados por Dios y redi- midos con la sangre de J. Cristo y de que todos estamos destinados a recibir el mismo premio, quiso el Santo que todos los hombres se llamasen hermanos. Este fué el nombre que dié a los Terciarios, significando su voluntad de que siempre se traten como tales. Hoy estamos acostumbrados a la palabra «hermano». Pero en la época medioeval atin no se habia aclimatado en el mun- do esta palabra evangélica, s6lo se ofa en los sombrios claustros de algunas solitarias abadfas. San Francisco debié de causar honda admiracién al mun- do al llamar hermanos a los fieles y con preferencia alos pobres y atin a los salteadores de caminos. Y para que sus Terciarios se connaturalizasen con es- te tratamiento y llevasen siempre en los labios esta palabra dulce, llamaba /er- manos ain a los seres inanimados. En aquella época en que no se conocfa sino la altivez irritante del sefior feu- dal y el servilismo humillante del pueblo, debi6 ser, como es hoy, de fecundos resultados sociales, que el Jefe o el Ministro de la Orden Tercera visite a los pobres llamandoles Hermanos, y que pobres y ricos abrazdndose como herma- nos, renuncien voluntariamente sus derechos los unos en favor de los otros y oigan las mismas instrucciones y participen de los mismos beneficios de toda la Orden, tomando como norma de la equidad, no la desigualdad social, sino la fraternidad evangélica. Basta esta innovacién saludable, ideada y llevada a cabo por San Francis- co, para proclamarlo como gran bienhechor de la Humanidad. Centenares de eee er han adoptado después esta practica, aprendiéndola de San Fran- cisco. 2.—Fomenta la union y la paz El mayor bien de la sociedad es la paz; ella constituye el fundamento y cau- sa de la prosperidad y del progreso. San Francisco que tanto laboré por la paz consiguiendo en muchas ocasiones la reconciliacién de las familias y de los pueblos, impuso en la Regla que escribié para los Terciarios, varias obligacio- nes encaminadas a la conservacién de la paz. 1.° Observando que la falta de unidad en las creencias y la discrepancia de criterios en cuanto a la sumisién a la Santa Sede, era semillero de discor- dias, ordena que todos los Terciarios sean bien probados en la fé catdélica y en la obediencia al Romano Pontffice y a la jerarqufa eclesidstica. 2.* Para evitar las frecuentes agresiones sangrientas, natural fruto de las guerras y partidos de aquel tiempo, prohibié a los Terciarios llevar armas. Con lo cual contribuy6 no poco a suavizar las costumbres barbaras de los pueblos. 3.°. Manda que todos los Hermanos vivan en santa fraternidad y que sean apéstoles de la paz, trabajando cuanto puedan por arreglar desavenencias. Si cada Terciario logra arreglar una desavenencia de una familia o de un pueblo, puede proclamarse a la Orden Tercera como la entidad mas benéfica. 4.° Dispone que los ministros intervengan en el arreglo y pacificaci6n de discordias cuando estas median entre Hermanos y extrafios. 5.* Deja consignada en la Regla su voluntad expresa y terminante de que se abstenga de pleitos y procesos.

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