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HIS T ORIA sión y a sentir el calor de la vida. Juan en la •mili• aprendió a soñar, lo que nunca hiciera en su vida. El amor que había visto en el re– baño existía en el mundo de los hom– bres y ahora estaba en su corazón de hombre vivo. * * Cuando Juan volvió al pueblo, ter– minada la milicia, le escribió cada se– mana. La soñó como a su estrella, co– mo a su vida. Ella fue su camino de besos, su luna, su sol, su fuente, su perro guardián .de rebaños:.. Juan quería casarse pronto. No po– día vivir sin ella. La soñaba en cada momento y la abrazaba a distancia. Acariciaba su pelo y• apretaba sus ma– nos palpitantes. Juan quería casarse prontq y aho– rraba lo poco que podía. El no podía hacer más. le decía en cada carta y en cada suspiro. Juan no bebía, no fu– maba, no salía de casa los domingos. Juan no podía ahorrar más. El amo sí que podía. Pidió aumento de sueldo y la respuesta fue tajante: -Si no estás conti;¡nto, te vas. Siempre hay un hombre esperando a la puerta. -Es verdad. Pero yo quiero casar, me y... Yo estoy enamorado y... -¿Qué le voy a hacer? Yo no ten– go la culpa. Esto no da para más. Su– ben las hierbas y los impuestos... Los precios del ganado no suben ... ¿Qué quieres que haga? -Pero yo la quiero, no puedo vivir sin ella... -Lo siento... Juan era bueno y honrado. Buen pastor y amante de todos los cami– nos. Pero Juan estaba enamorado y no >odia esperar más. No lo hizo por malo, ni por desqui– te, ni por odio, ni por envidia. Juan robó. Necesitaba dinero para casarse y necesitaba casarse porque no podía vivir sin ella. El amo de la casona lo despidió. Su padre le abofeteó y lo maldijo. Su madre lo lloró. Sus hermanos le dije– ron que era la deshonra de casa. Los mozos del. pueblo escupieron a su paso. Nadie le echó una mano. Nadie no, dos ~.ombres ... Lt> 1:evaron entre dos penas verdes. Le conoc1<1n de sobra. Sabían que era bueno y honrado. Nunca había dado que hablar. Lo llevaron entre dos pe– nas verdes con un lucerlto negro. El camino era blanco y la noche roja... Lo llevaron entre dos penas ver'cles. * * Hace unos dlas recibí esta carta suya. Hacía pocos días que me lo ha• bía encontrado en la grarr ciudad. Yo le saludé. El no me dijo nada. Por eso me extrañó recibir su carta. Una carta amarga y triste. Una carta desespe– rada ... DE JUAN «Querido amigo: Agradecí mu– cho su saludo, su interés por sa– ber algo de mi vida. Si no le in• vité a mi casa es porque usted no puede venir a ella. ¡Es una pena! Cuando salí de la cárcel quise redimir mi vida ya que estaba re– dimido mi pecado. Nadie me dio amparo. Busqué trabajo y nadie me lo dio. Los Informes eran los de un ladrón. Mi novia me aban– donó. La perdono y la sigo que– riendo. Quizás ella sola podría redimirme. Gasté mis pocos dine– ros en vicios y en mal comer. Así encontré a la que hoy es mi com– paiiera ya que· no mi esposa. No lá quiero, es verdad. Pero me da de comer y me viste. Me da ca– lor y amparo, a veces un poco de· esperanza, pero no puedo querer– la. El •negocio• es de ella. Yo _como, bebo, fumo, duermo y me divierto. Pero no vivo. Estoy mal– diciendo y odiando. Mi vida fue carne de lobos y sólo me han de– jado la podredumbre que no pu– dieron comer. Más de una vez he querido volver a mi honradez. a mi bondad de niño, a mis sueños de mozo. No puedo. No tuve tiem– po para ir a la escuela ni al ca– tecismo. Mi vida fue del rebaño y de la casona maldita. Hoy vivo muriendo y muero odiando. Agra– dezco su interés por mí, pero le ruego que me olvide ... Solamente le pido que alguna vez tenga al– guna oración por mí a ese Dios que usted ama y que yo desco– nozco. Una recomendación ante la Virgen. Será la única recomenda– ción de mi vida y la que más agradeceré. Le mando unas pesetas para .los pobres. Hay algunas más de las que robé. Suyo s.s.q.e.s.m. Juan•. 1
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