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los pobres y a los que sufren. Dios no falta nunca, esa es la gran experien– cia de mi vida. Dios quiera que entre los Superiores y los religiosos surja un espíritu nuevo que nos anime a todos -naturalmente los que sientan esta llamada– ª dedicarnos a este ministerio tan nuestro, tan del momento y tan necesario para. el mundo del trabajo. EN LAS OBRAS CON UN GRUPO DE LA «IBO» por el Padre Vicente Lorea A muchos de los religiosos de nuestra provincia y aún de fuera de ella, el trío de letras I. B. O. resulta una adivinanza poco adivinable. ¿Qué es la IBO? Les confieso que hasta hace muy poco tiempo tampoco yo habría sa– bido responder. En esta breve reseña me propongo informar a cuantos in– terese sobre esta organización que, además de aportar una solución a los problemas que tiene planteados la humanidad, ofrece unas perspectivas grandiosas de apostolado. Mi destino a Tudela desde un primer momento fue providencial por lo que respecta a 1a IBO. Aquí conocí a un grupo de chicos y chicas italia– nos que enrolados en la IBO habían venido a trabajar en un grupo de vi– viendas del Patronato que el P. Lasa, jesuíta, dirige en el barrio nuevo de Tudela. El ejemplo de estos muchachos llegó a impresionarme. Pedí la au– torización de los Superiores y ¡al andamio! Y así me encontré con una doble experiencia: un grupo de Soci Cons– tructtori de la IBO y el ambiente obrero de los trabajadores españoles con sus características sociales, culturales, económicas y religiosas. Desde el primer día me di cuenta del bien inmenso que se puede hacer a estos hom– bres con solo saber escuchar. A pesar de que me miraban como superior a ellos, tengo la ·impresión de haber sido yo el principal catequizado... Por otro lado, la labor espiritual realizada entre los muchachos de la IBO creo que merece tenerse en cuenta para valorar suficientemente este tipo de ministerio. Casi todos los días, después de las 10 y 11 horas de tra– bajo, teníamos nuestras reuniones en grupos o individualmente. Allí apare– cía toda la problemática del joven estudiante en torno a la fe principal– mente, las relaciones chicos-chicas, la independencia, la actitud de repulsa ante una sociedad materializada... Muchos de estos chicos han encontrado de nuevo a Dios y el sentido de su vida en estos campos de trabajo. La Asociación de compañeros constructores debe su origen al problema de los refugiados de la Europa Oriental, La iniciativa parte del P. Weren– fried van Straaten quien había fundado anteriormente una organización asistencial para los sacerdotes refugiados del Este. En un primer momento se trataba de ayudar espiritual y materialmente a estos refugiados, dándo– les víveres, vestidos y asistencia religiosa. Pero pronto se hizo evidente que todo aquel esfuerzo era insuficiente. Era necesario construir viviendas, igle– sias, centros pastorales... Con el paso dél tiempo la miseria reinante y la promiscuidad en los ba– rracones de los campos llegaron a formar un clima desmoralizante donde, 209

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