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PROLOGO Al Lector —e _—_—— «Quiero que mi pueblo rece bella, hermosa, artísticamente».-Pío X,. Estas palabras, atribuídas, al Pontífice que promulgó el Motu Proprio sobre música religiosa, son, no sólo un anhelo sino todo un programa por lo que se refiere a ella. Rezar, cantar artísticamente en el templo es el ideal de aquellos a quienes devora el celo de la Casa del Señor. Cuando de música litúrgica se trata, el Motu Proprio de Pio X no deja lugar a dudas acerca de cómo se ha de resolver el problema de la plegaria cantada. Señalar el canto gregoriano como «supremo modelo» es darnos una pauta, una medida fija a la que adaptemos nuestros gustos y preferencias. Decir que en la música polifónica clásica, especialmente en la de la escuela romana, que en el siglo XVI llegó a la meta de la perfección en las obras de Pedro Luis de Palestrina, se hallan tambien en muy alto grado las cualides que la música de Iglesia--verdaderamente tal--requiere, es señalarnos una nueva mane- ra de orar bellamente de acuerdo con la mente de la Iglesia. Admitir en el culto la música más moderna, puesto que cuenta con composiciones de tal bondad, seriedad y gravedad que de ningún modo son indignas de las solemnidades religiosas, es añadir una nueva norma, por la que nos guiemos en la formación de nuestro repertorio. Esto e lo que se refiere a música litúrgica. Ahora bien; junto a ésta, existe otra que ha venido a ocupar un lugar impor- tante en la vida religiosa del pueblo. Las ceremonias extralitúrgicas van tomando

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