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resolución de vestir el hábito capuchino, como así lo realizó en aquella misma Provincia, donde profesó y se ordenó de sacerdote. El matrimonio de la infanta María Luisa con dony Carlos, príncipe de Asturias, hijo de Carlos III, hizo que la madre del P. Miguel se trasladase a Madrid. El P. Miguel vino a España a ver a su madre, y tuvo ocasión de visitar algunos conventos de nuestra Provincia de Valencia. La austeridad y ejemplos de perfección que pudo admirar en los capuchi- nos valencianos moviéronle a procurarse la incardinación en esta Provincia. En una expedición de misioneros que marchaba a Santa Marta quiso él ser uno de sus miembros, y los Superiores le nombraron Visitador de la Misión. Fueron tan copiosos los beneficios que de. esta visita se obtuvieron que, al regresar a España para dar cuenta de su mandato, el Rey le nombró Visitador General de las misiones de capuchinos de América, y después, en recompensa de las fatigas sufridas en semejante empresa, le nombró Obispo de Arequipa, dignidad que aceptó únicamente por mandato de los Superiores. En uno de sus viajes que hizo a España, siendo Obispo, cayó gravemente enfermo en los capuchinos de Madrid. Re- cibidos los Sacramentos, entregó plácidamente su alma a Dios el 1 de marzo de 1792. Apéndice núm. Animae fratrum nostrorum defunctorum, quorum hodie memoriam facimus, per misericordiam Dei requiescant im pace. Pie Jesu Domine, dona eis requiem sempiternam. Día 2 VALENCIA: Convento de la Sangre de Cristo. 668. Fr. Vicente de Ruzafa, lego. Brilló en toda suerte de vir- tudes y deseó vivamente ir a misiones ; pero como esto no se pudo realizar, se dedicó al cuidado de los enfermos cuando se declaró la peste bubónica en Masamagrell. Al cesar el contagio en este pueblo, marchó a Valencia para seguir cui- dando a los enfermos. En este heroico ministerio contrajo la enfermedad, y se le llevó al convento de la Sangre, donde, después de tres
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