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ABRIL para Ollería, y San Cristóbal, para Onteniente (1). Ade- más, para el convento de Valencia envió un tabernáculo de nogal y una imagen del Niño Jesús. Un espíritu tan austero y mortificado como el del P. Se- rafín no podía acomodarse a la natural disipación de la Corte, y consiguió se le diera el consiguiente permiso para retirarse a su Provincia de Palermo, desde donde no tardó en venirse a la de Valencia, en la que había sido elegido Ministro Provincial. Al terminar su trienio se le nombró Comisario de la nueva Provincia de Castilla, en la que fundó los conventos de San Antonio del Prado, de Madrid ; el de Alcalá de Henares, el del Real Sitio de El Pardo y los de Salamanca y Toledo. Marchó después a fundar la Pro- vincia de Andalucía, con los conventos de Antequera y Granada. Finalmente se retiró a Madrid, donde, ya casi para- lítico, era visitado en su celda por los grandes de España e incluso por el mismo rey Felipe III, quien «gastaba dos o tres horas sentado en el pobre lecho del varón santo, con- firiendo con él tanto lo que tocaba a materias espirituales como políticas, venerando aquel gran monarca los dictáme- nes del vasallo suyo como oráculos desprendidos del cielo». Aconsejaron los médicos se le trasladara a otro clima más benigno, y el P. Policio eligió el convento de Alicante. Al despedirse del Rey, éste diule cien ducados para que los invirtiera en su cuidado, mas el santo religioso los in- virtió en las necesidades de la Provincia. Sintiéndose próximo a la muerte, ya muy viejo y tullido, pidió los Sacramentos, que recibió con extraordinaria devo- ción, y durmióse plácidamente en el Señor el 18 de abril de 1619. JATIVA: Convento de San Antonio. 1.073. P. Lorenzo de Alberique. + 1774. De 75 años de edad y 55 de religión. (1) De estos lienzos solamente hemos visto el de Ollería, muy viejo y destrozado, que se quitó en 1889 para poner otro de N. P. San Francisco, que pintó un novicio de Olite, y que no profesó; y más tarde se quitá también y se colocó en la sacristía Respecto del lienzo de la Sangre de Cristo, de Valencia, como el de San Cristóbal, de Onteniente, debieron ser destrozados en las pasadas guerras. El cuadro de la Sangre que los religiosos actuales hemos visto, y que en sus últimos años estaba en el presbiterio del altar mayor de la Magdalena, es obra de don José Zapata, y que los rojos marxistas han hecho desaparecer.
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