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q JHS VII sentido, rectitud é indiscutible mérito de los iniciadores y organizadores de tan justos homenajes, y cristalizan la nobleza de sus sentires, la alteza de sus pensamientos y deseos y la gallardía y resolución en el emprender y llevar al cabo cosas grandes ¿Porqué se han de regatear á mi Provincia los pláce- mes y alabanzas, habiendo hecho algo más que desear una esplendida manifestación de respeto y grati- tua á los hijos que honraron su ancianidad, pues ha conseguido reunir y presentar ordenadamente los nombres y las fechas memorables de las vidas de más de ¿res mil Capuchinos en este album? Y este trabajo, empezado con intención tan recta y concluido sin otra mira que el bien general de la Provincia ¿causará pesadumbre? ¿Dará fastidio? ¿Padeceré engaño en el presumir que se dirá pres- to, sin menoscabo y ofensa de la verdad, que el número de los amparadores y padrinos de este libro es igual al número de los hijos naturales y fervientes de Castilla? Creo que todos han de tomarlo en sus manos con más contentamiento que el procer toma la cartilla geneológica; y esto me aquieta y satisface. El arpa no se toca para solozar á sordos; ni el cuadro se pinta para deleite de ciegos; ni para embelesa- miento de personas que tienen atrofiado el corazón vibra la lira del poeta; dorurirse ha el sordo, aunque otro Sarasate, pulsando el violín, conmueva las piedras, alegre los sepulcros y consiga que dos lágrimas rueden por las mejillas del que vive del tanto por ciento; se aburrirá el ciego en el museo del Prado, por más que le pongan de cara á los cuadros mas sobresalientes de Murillo, y el envilecido logrero, in- quieto y malhumorado se retorcerá en el asiento, mientras los demás escuchan callados, quietos, sin pestañear, absortos y como embebecidos, y piden, batiendo palmas que otro Rafael Calvo declame, por tercera vez, coplas de Jorge Manrique, odas de Fr, Luis de León y décimas de Calderón de la Barca. ¿Que maravilla será que á un seglar, á un salta tumbas ó áun religioso jerónimo, que entiende de Franciscanos Capuchinos tanto como el famoso predicador que puso en parangón á San Francisco A San Agustín, desazonen estas sartas de nombres ó permanezca, á lo sumo, indiferente, frio é insensible como el sordo, cuando tañen el arpa, el ciego enfrente de la Inmaculada de Murillo y el avaro empe- dernido oyendo versos de Santa Teresa? Causará sorpresa que, fuera de los Capuchinos de Castilla, á quienes se regala y destina exclusivamente el presente documento, suelten este con presteza todos los demás, lo comparen, eps confundan, huellen, maldigan, arrinconen y pongan después de las lis- tas trate s y del padrón de vecinos? ¿y que si un incauto hermano, perseverando en el deseo de pon-

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