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POIOSITLAIIONIIEIOR AL LECTOR PIP LS L Sr de o es en verdad apetecible ocuparse en acotar nombres, cotejar apellidos, acumular fechas, fijar las N provincias á que corresponden aldeas y pueblos homónimos, borrajear, ordenar, revisar y con- frontar tarjetas, calcular y deducir números y fechas probables, rectificar datos, confirmar y ampliar pormenores, al parecer, de poca monta, transcribir series inacabables de nombres y pueblos, corregir pruebas de imprenta (cuando hay sobre todo más números que letras y sobran los huecos y abundan los claros y se pierden de vista las casillas), preparar, en suma, la ESTADÍSTICA GENERAL DE LA PROVIN- CIA DE FralLes MENORES CAPUCHINOS DE CAstILLA, tres siglos después de haber sido ésta fundada, y cuando no se han borrado aún las huellas, ni soldado las quiebras, ni compensado las enormes pérdi- das producidas por el vandalismo francés, la fiera revolucionaria española y las exclaustraciones del siglo pasado. No es necesario ser muy lince para columbrar la razón y el sólido fundamento de este aser- to. Para cuantos arriban al seguro y delicioso puerto de la Religión, ávidos de aquellas dulzurasé ine- fables consuelos, aparejados á los imitadores de María, hermana de Lázaro, es un verdadero sacrificio mantenerse días, semanas, meses y años enteros cosido á la silla, buscando, con la paciencia de un eru- dito alemán, el tiempo y el lugar en que nacieron, vistieron el hábito, profesaron y murieron £res mil relígiosos; un acto heroíco seguir ditipiéndo la urdimbre de tela tan larga y de tan difícil trama, no obstante haber tenido que soltar los hilos repetidas veces para acudir á obligacioues perentorias y sa- tisfacer justas demandas; y un milagro no haber perdido el seso, pagando bien cara la osadía de in-