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2 | a ies pe 24 eos cion, creyendo firmemente que Cristo reina en Ta saa y su Madre con él por medio del amor. Mucho es lo _ que se ha gastado para concluir este templo suntuoso; y atendido el estado calamitoso de los tiempos, y las m4ximas perversas del racionalismo esterilizador de la caridad, hasta parece un milagro que se haya podido reunir tanto caudal. Son cerca de seis millones los que se han gastado, y para acopiarlos, os habeis desprendido todos, sin exceptuar ninguno, de una parte de’ vuestros sudores; y sin embargo, yo os estoy mirando, y veo con indecible satisfaccion, que vuestros semblantes estan como — es irradiados de una auréola de luz celestial, signo ine-— quivoco de la alegria de vuestras almas. Y esto me im- — pele 4 haceros dos preguntas; decidme zhay alguno que esté cansado de dar para el embellecimiento del templo de Maria? ;Hay alguno, que no esté dispuesto 4 conti- nuar dando hoy, y maiana y después, lo mismo que ha ~ dado hasta ahora con corazon devoto y con afecto tierno? jO hijos nobles .y amantes de la Madre de Dios! Veo que todos me dects, que vuestra mayor ventura es el “haber dado lo que podiais, y el estar prontos 4 dar mas, y en esta respuesta, mucho mas elocuente que cuan- tas razones hubieran podido salir de mis labios, vosotros mismos afirmais que Cristo y su Madre reinan en la Iglesia — Catélica por el amor, Y que se cumplen en vosotros - aquellas palabras del mismo Cristo que dijo ast: el reino de Dios estéd dentro de vosotrés (1). Y al llegar aquf, mis amados oyentes, yo no puedo contener los impulsos de mi corazon, y me veo precisado a exclamar joh ciudad inclita, noble por haber echado tus cimientos y dédote nombre uno de los capitanes mas cé- lebres del mundo, pero infinitamente mas noble, por ha- ber venido poco tiempo después la Madre’de Dios 4 to— mar posesion de tf y escogerte para su morada! ;Oh di- chosos zaragozanos, & quienes cupo la suerte envidiable (1) Luc. cap. 17. vy. Qf.