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• Concretamente la cantidad de bautizados ha colapsado en la Igle– sia las relaciones fraternas de sus miembros. Y, al descubrir en Hechos 2,42 y 4,32 el espíritu que movía a las primeras comuni– dades cristianas, más bien nos parece t rasladarnos a la litera– tura de ciencia-ficción . • Las mismísimas celebraciones de la Iglesia se han convertido pa– ra muchos, no en acontecimientos salvadores, sino en gestos es– tereotipados , portadores de aburrimiento más que de esperanza . • El mismo fenómeno de ese alarmante y fácil prendimiento de sec– tas espiritualistas y de filosofías orientales entre la juventud no es sino la respuesta frontal a esta sociedad materializada, mecanizada, deshumanizada ... • Elmundo reclama - sigue reclamando con en tiempos de San Francis– co - unas relaciones más fraternas. Y desde ese justo reclamo po– demos descubrir una pista recia y segura en la renovación de la Iglesia: Francisco tiene la habilidad espiritual de descubrir el rostro de la Iglesia en la misma experiencia de fraternidad que inten– samente vive: "Sabe bien Francisco que solamente a partir de esa relación nueva entre hermanos puede el rostro de la Iglesia adquirir un matiz nuevo" (Tema 4° c). El mandato que Francisco recibe de "reconstruir la Iglesia" lo lleva a buen cumplimiento en el sentido más pleno . ¿cómo? EMPEZANDO POR SI MISMO: - Se lanza a ser consecuente con su ser de cristiano situándo– se en un constante afán por vivir el Evangelio (sin la expre– sa exigencia de que otros lo vivan). También hoy el mundo es– tá harto de palabras . - E inmediatamente surge en él un nuevo modo de relacionarse : con Dios, con los hombres , con toda la creación. Es la nueva relación evangélica, fraterna. Así es como Francisco descubre que está viviendo a la vez que ofreciendo el nuevo rostro de la Iglesia, más semejante al de las primeras comunidades cristianas. Y así es como Francisco, con su vivir el Evangelio en f raterni– dad ejerce "una sana crítica en el seno de la Iglesia" (Tema 4° C) - Ni las destructivas críticas a la Iglesia (llámense cátaros