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propicio para adoptar esa actitud (los valdenses, los cátaros... con corrientes fuertes de crrtica agria y frontal ante una Igle– sia (especialmente la jerarqura) que dejaba tanto que desear. • Francisco de Asís no se pone en esa tensión de echar en cara con exigencias, sino que se lanza a vivir cordialmente cuanto la Iglesia, con todas sus limitaciones, proclama y celebra. Y de esa aceptación cordial brota una actitud de generosa disponibili dad, de servicio . • Durante el largo proceso de su conversión, y aún estando en si– tuación de profunda crisis,hay en Francisco como un hilo vital que no se rompe: es el sentirse inmerso en el grupo de los bau– tizados. Tiene conciencia expresa de pertenecer a la Iglesia de Jesús. Se siente hijo de la Iglesia. Esto le provoca a veces cierto sentimiento de seguridad, de esperanza: Un día bien concreto Francisco queda marcado por una experien– cia íntima de comunicación con el Crucificado. Esto sucede en la ermita de san Damián. Francisco, saliendo de sí mismo, se siente llamado (2C 10) y recibe la urgencia de una misión. Y en ese afán de reparar la Iglesia, Francisco se emplea a fondo. Y lo que en un primer momento se convirtió en un ser– vicio puramente material (hasta cuatro ermitas llegaría a reconstruir)culminó en una actitud de vida evangélica en la Iglesia de Jesús. 3. Un muro que superar: la Iglesia institución. e En una encuesta reciente realizada en España sobre la religiosi- dad de la juventud, aparecieron estos datos: el 80 % de los jóvenes bautizados creen en Dios o en un ser supremo. el 65-5 % creen en Jesucristo, Hijo de Dios . y un 40. % no creen en la Iglesia (la mayoría de los motivos se refieren al aspecto institucional) . • ¿y tu respuesta? 4. El gran descubrimiento eclesial de Francisco: la relación fraterna. • De sobra nos lo enseña la historia: con frecuencia la calidad o autenticidad de cualquier asociación o grupo está a la inversa del número de sus miembros.

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