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que somos hasta provocar en el que ora actituaes firmes de entrega y di sponibilidad . Por e s o , a l iguaí" que en Za Eucaristia, s e podria de c ir que orar es entreaarse enteramente al que enteramente s e nos entrega (CtaO 28 - 29) . I Y por es o , yendo más al fondo, Za oración es para Francisco una o ración de abandono , de total ponerse en Zas manos de Dios , de absoluta confianza. De tal manera lo hacia asi Francisco que sus biógrafos no dudan en decir que é l no era un hombre orante , sino Za oració n misma (2C 9 5; lee también lC 9 2) . Esta o ració n quepo– ne absolutamente Za vida en Zas manos de Dios puede e x – pli car que en su o ración ocupara un puesto tan central Za cruz y la pasión del Señor . Este fue su ' libro de o ración' (LM 4 , 3) hasta llegar a ' o frecerse desnudo en los brazos del crucificado ' (2C 194 ) . 3 . Actitudes en Za oración franciscana . No es que Francisco haya inventado ningún método especial de oración que sus seguidores debieran tener en cuenta . Pero su manera tan peculiar de vivir Za fe en Jesús ha derivado en unas actitudes que recordamos al filo de sus escritos : I La oración es escucha : eZ buen orante se p one y man– tiene en una actitud de escuchar Za v o z del Hij o (CtaO 6 ) . I La oración es petición confiada: actitud de Jesús an– te el Padre y del franciscano ante el Gran Limosnero (2C 77) dador de todo bien (TestCZ 9) . I La oración es alabanza, como lo mues t ran los numero – sos textos orantes de Francisco , sobre todo el OfP . I La oración es comunidad e I glesia : de ahi el inque – brantable aprecio de Ft.ancisco a Za Liturgia de las Ho – ras (2R 3,1 ) y a la Eucaristia, tal como lo hemos vis – to en las ' cartas eucaristicas ' . La tradición franciscana ha concre t ado estas actitudes en modos orantes muy pecu/ liares y diversos , pero todos ellos tienen sólido enrai~amiento en Za experiencia de

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