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compañero Pedro Catáneo (lee 2C 143 ) . lPor qué hizo es – to? Francisco, al parecer, realiza un gesto profético. Ante una orden que corre riesgo de perder la minoridad, que tiende a hacerse fuerte, potente, mayor, Francisco, ejemplo aprec i ado por l os he rmanos, pasa a se r uno más entre todos, dejando claro que lo más importante es la opción evangélica en minoridad, no la organización ex– terna de l a orden, por muy necesaria que ésta sea (lee también 2C 151). Con este gesto conjura también Fran cis – co un pe l igro: él veía que su persona se convertía para la orden en un símbolo, en un objeto de venerac i ón, en lugar de ser un ejemplo que i mitar; cuanto más se le exaltaba, más se le a i slaba. Podemos imag i nar la ten– s1on in ter na que Franc i sco soportó hasta ver que tenía que dar este paso. • Un tercer elemento de esta estrategia será la composi – ción de una Regla que mire más a las opciones evangé - 1 icas que a los ordenamientos j urídicos. Hablaremos de e l la en el tema siguiente . 3. Lo más importante: salvar el ideal. Esa ha sido la preocupación fundamental de toda la trayectoria evangélica de Francisco . Ahí ha vertido todos sus esfuerzos físicos y espirituales . No deja d e ser llamati va y patética la imagen de Francisco sentado a los p i es de fray Elías (segundo general de la orden ) en el capítulo de 1221, tirándole del hábito cuando quería dar su opinión. Lo dice la crónica de Jordán de Giano: "Francisco, sentado a los pies de fray Elías, tiró de su hábito y éste, in cl i nado hacia é l y escuchan– do lo que- decía, se i rguió y d i jo: 'Hermanos, el herma– no dice que .. . " (nº 17). Era una p rofunda crítica evan– gél i ca que Francisco hac í a a sus hermanos : ante ellos que empezaban a olvi dar la minoridad evangélica y a preocuparse de cargos y precedencias, F rancisco renun- c i a a todo, al mandoy hasta a su voz misma, hablando a la asambl ea por intermed io de su superior. No deja d e ser significat i vo el que en esta reunión hiciera la h o– mi l í a sobre esta frase del Sal 143,1: "Bendito el Señor, mi roca, que ad ie stra mi s manos para el combate". Sí, e ste fue su combate: mantener v i vo en tr e lo s n umerosos hermanos el primi ti vo idea l ev a ng é l i c o en t o da supure-

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