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y causa el ofrecer el santo sacrificio de la Misa y el oirla, son los siguientes: resiste á los malos pen- samientos. Destruye los pecados. Mitiga el agui- jón de la carne. Da fuerzas al alma para batallar contra los enemigos. Perdona los pecados venia- les. Purifica, limpia y purga el corazón. Alienta á obrar bien. Aumenta la castidad. Acrecienta el fervor de la caridad. Da fuerzas para sufrir las cosas adversas, y llena el alma de todas las virtu- des. Y, en fin, para decirlo de una vez, cuantos frutos, gracias, privilegios y dones recibimos de la mano del Altísimo Dios, todos son porla sagra- da muerte y Pasión de nuestro Señor Jesucristo, la cual se representa en el santo sacrificio de la Misa.* Aprovechémonos, pués, devotos de las almas del purgatorio, mientras el Señor por sólo su mi- sericordia se digna conservarnos la vida, de los grandes y extraordinarios beneficios que encierra el divino Sacrificio de nuestros altares: asistamos á él con devoción, recogimiento y fervor todos los días, y áun procuremos oir las Misas que nos sean posibles y repitamos con frecuencia las tier- nas expresiones de San Leonardo: “Deseo asistir á todas las Misas que se celebran y celebrarán en todo el mundo, ofreciéndolas todas á las benditas almas del purgatorio. * Seamos apóstoles de tan santa devoción, y es- temos seguros que á la vez que consolaremos y libertaremos á gran número de almas de las que están purificándose en el purgatorio, atraeremos

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