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P. BUENAVENTURA DE CARROCERA, O. F. M. CAP. o principios de abril del 48 se emibarcó rumbo a Europa por mo– tivos de salud. Habla precisamente de los que componían la se– gunda e~pedición de misioneros, llegados al Congo en marzo de 1648 y ·dice: . «Mas con el favor divino se distribuyeron los reli– giosos en diferentes partes de. aqu<:I reino y dos de mis primeros compañeros ( que están muy adelantados en la lengua) atende– rán del todo a perfeccionarse e n e.Ha para poderla enseñar a los demás, que es la más importante diligencia por haber poquísimos intérpre tes y de los pocos ninguno que tenga gusto de que sepa– mos su lenrn1a ni la hahlamos por el fin que ellos se saben;. y con esto y con la nueva cria'Tlza que se va haciendo de la juventud, espero en nues'tro \Señor que dentro de pocos años se ha de re– ducir aquello del todo a buen gobiernon 13 . Con esos dos religiosos «muy adelantados en la lengua» y otros que se ·les fueron j 1 uhtando se formó en la capital del reino, San •Salvador, una especie de. sem inario o academia de filología congolesa; allí eran instruídos los m1s10neros, al menos en lo niás común y ordinario , antes de partir para otros puntos de a postolado. Con tal fin llegaban a San S.~lvador eq_ mayo de 1648 los Pa– dres José de P e rnambuco y Antonio de Teruel, y más tarde los Padres Antonio M." de Monteprandone, Angel de Valencia, Je– rónimo de Montesarchio y otros. Este curso práctico duró hasta septiembre en que los mencio11ados ~isioneros tuvieron que mar- . ohar a nuevos centros mis ionales 14 • Como maestro e instructor de esta academia estaba el sacer– dote mula•to don Manuel Reboredo, insigne por su celo y virtu– dés y capellán del rey, quien más tarde, en lq52, tomará el há– hito c a puchino con el nombre de P. Francisco de Sé\n Salvador. En ese centro de ense~anza Hngü{stica y ~simismo en las es– cuelas par.a niños Y. jóvenes, que los misioneros fueron abriendo en San •Salvador, en So!Zno, eti Luanda , Matamba, etc. , legra– ron ap render la len gua del Con,go , '110 sólo para las cosas más comun es , sino c o0 •todc1 pe.rfección . B~ena prueba de ello es la historia de su m in isterio. · Y descendiendo a hechos concretos y casos particulares, el 13. Ms. r., 173. 14. P. H1lclebrand, O. l•'. ~. CRp., l.e. M11.rty1· Gi:org!?s d q G11et et l~s c«lb11ls ~ lo \fj,9sion d11 Cot1¡¡0 /1645-1€52), Anvere J940, 281. -- (i --
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