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q a Ya tú sabes que es dichoso en esta y en la otra vida, el que siendo perseguido lo fuere por la justicia. Y ya entiendes, que no está tanta dicha restringida a sólo el que muere mártir; por tí también está escrita. Cuando sin culpa padeces, o porque en ser santa insistas, aquella grande promesa tenla para tí entendida. El reino de Dios se adquiere con dolor y con fatiga: tómale afición al llanto, y aleja de tí la risa. Ninguna virtud es firme entre mundanas delicias: huye de todo placer, de que aquel mal se origina. Mira a Dios, y mira al fin a que al claustro eres venida: sabe que al cielo no irás si por aquí no caminas. 1 No te parezca que es mucho esto, que hace poco hablaba, aun te queda más que oir, porque la lección va larga. Es un grande beneficio, que del siglo Dios te traiga adonde puedas vivir segura de sus marañas.

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