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28- co bien, único consuelo de nuestras almas, Vos digo, que sabeis, y conoceis nuestra fragilidad y miseria (89), y nuestra insuficiencia para el bien obrar, pues no somos capaces de producir de nos otros mismos siquiera un buen pensamiento, y que toda nuestra suficiencia es solo de Dios (90). Haced piadosísima Madre, que eficazmente que ramos, y poderosamente obremos tódo cuanto conduce al agrado de Dios, y cumplimiento de nuestra obligación: hágase en nosotros, si es posi- ble, duplicado vuestro agigantado espíritu (91), para que no seamos en adelante como párvulos que zozobran- con el viento de cualquier doctrina inventada por la astuta malicia de los hombres, para inducirnos á su error; sino que obrando lo más recto y ajustado de la ley de Dios: y desu verdad, crezcame«s en Cristo por medio de toda operación (92), y sub'eado de virtud en virtud (93) corramos sin declinar á la diestra ni á la si- niestra (94) por la senda de los divinos manda- mientos, hasta llegar á ver al Dios de los dioses en Sión (95). Ka pues, amabilísima Reina, instrúyenos como maestra, oblíganos como Señora, mándanos como Reina, y aliéntanós cómo Madre; mira benigna nuestras necesidades, y concede el oportuno y ne- cesario remedio: y pues sois la nubecilla que eu- 89) Psalm. 102. 14. (02) Ad. Ephes. (940 Deut.5. 32 YO 2.ad . Cor.3.5. 4.15. 95 Psalm. 8. ut. (910 3, Rég.?2. 9. 93) Psalm. $. 2. supr:
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