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vida cristiana, así lo dice San Bernardino de Se- na; est exemplar. christiane vitae ad quod semper respicere debent, quí cum Christo regnare volunt (86). Levantemos con David los ojosá los mon- tes, donde esta mistica Ciudad de Dios está fun» dada, porque de allí ha de venirnos el auxilio ne- cesario (87), el cual será tanto más eficaz, y abundante; 'cuanto fuere en nosotros mayor el es- fuerzo, y la correspondencia á la gracia: no pues, no seamos perezosos ni cobardes, pues en ella te- nemos segura protección y amparo cierto. Site vieres acometido de los recios huracanes de las tentaciones, ó incurrieres en los escollos de las tribulaciones, corre á esta Ciudad y clámale á Maxía: si te miras peligrar en las furiosas olas de la soberbia, de la ambición, de la emulación, .co- rre á esta Ciudad, llama á María: si te vieres mo- vido de la ira, llevado de.la avaricia, ó encendi- do enla sensualidad, corre á esta Ciudad de Ma» ría: si turbado con la acerbidad de tus delitos; amedrentado, ó. confuso de los estímulos de tu conciencia, aterrado con lo horroroso del juicio que te espera, lleyado de la tristeza, te vieres. en peligro de desesperarte, corre á esta Ciudad de María: y finalmente, en todo peligro, en toda. an: gustia, y en toda ocasión y lance corre á esta Ciu- dad, y llama en tu favor á María (88) Y Vos dulcísima Señora, única esperanza, úni 86). S. Bernardin. (87) Psalm. 120,1. 88) San Bernard. Serm. 61. B.V. Hom. 2. cir.fin

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