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_ en nuestra ilustrada sociedad, un hombre desagradecido es reputado por indigno de tratar con sus semejantes. Y - jqué! gSdlo con Dios hemos de tener estas excepciones? Cuando El es quien nos da la vida, la respiracion y todas las cosas; cuando El nos mira como & sus hijos y her- manos, gsdlo 4 El hemos de ser ingratos? ; Ah! Nuestro crimen es muy horrible; el hombre ingrato al Criador lleva en’su corazon el sello del anatema. ,Demos, pues, sin cesar gracias al cielo, y démose- las por medio de Maria Santisima, pues cuando acu- dimos 4 su mediacion, nada puede faltar 4 nuestros de- seos. Tomemos ejemplo de esas almas cristianas que. hoy alaban y bendicen este nombre protector, y, como ellas, seremos favorecidos de su amorosa liberalidad. Ella es verdad que permite que caigan sobre nosotros algunas tribulaciones; pero es para probar nuestra constancia y _fidelidad. Tras de una amargura viene un consuelo; des=— pues de apurar las heces de la adversidad, sucede Ta cal- ma, la paz asoma, y la dicha se consolida. Si, el nombre augusto de Maria es la invulnerable egida que nos defien- de de nuestros enemigos, el astro que al través del mun- do }leno de azares y peligros nos muestra el camino, y el faro colocado sobre imperturbable cumbre para iluminar al.que mire su indeficiente luz. Nombre salvador, pues no hay memoria de que ninguno haya perecido si lo ha , invocado! ;Nombre tierno, cuyos solos ecos ahuyentan ‘los demonios, atraen los dngeles y derraman el suave -balsamo de la alegria en los corazones humanos! Bendigamos, pues, al Sefior por sus miseficordias para con nosotros; alabémosle cada dia por sus obras, y dirijamosle sin cesar nuestras fervientes oraciones para que nos conceda la perseverancia en el bien, y por la mediacion de su augusta Madre nos lleve al seno de una eternidad, donde entonemos el cantico de alabanzas cuya duracion son los siglos de los siglos. Amen. a he |

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