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avecillas que vuelan de pétalo en pétalo, ora en la espe- - _-sura de las florestas, ora en la diafanidad de los valles, aqui interrumpiendo el silencio de la soledad, alli con- fundiéndose con el murmullo del arroyo con sus melo- diosos trinos? Cuando el austro envia sus aspiraciones abrasadas , y el leon ruge, y brama el tigre, y el venda- val aprieta, y el mar se agita, y las olas se entumecen, y la naturaleza tiembla, y los montes abren crateres in- mensos en sus colinas escarpadas, qué hombre hay que observe este grandioso cuadro sin que se sobrecoja de un santo y filosdfico estupor, al ver cémo el inflado mar se alza hasta las nubes para lamer las arenas en seguida, y cémo la tierra y los vientos se tranquilizan, como si’ al una mano de inmenso poderio los abrumase con su peso, SU y como si una voz omnipotente los mandase tranquili- — A zarse?) a it Pues bien, sefiores: el furor de los huracanes, la hin- at _chazon de las olas del mar, el bramido del spas. los <77ae ' sacudimientos del globo, la suavidad de los céfiros,Ja i i sinfonia de las aves y el movimiento todo de la natura- a leza, no son m4s que notas del gran concierto de lana- ~~ a turaleza sensible 6 inanimada para alabar y bendecir al - Criador. ; Y qué! El hombre que conoce esta sublime ar- monia del mundo material, el hombre 4 quien la razon y la {6 hablan con tan elocuentes voces, gno ha de tomar parte en este cantico de alabanzas que entonan 4 Dios las aguas, los fuegos, la tierra, los cielos, las aves , los cua- dripedos y las mismas sierpes? ,Habra un hombre que al levantarse por la mafiana del lecho del descanso no eleve al cielo sus ojos, ni bendiga la mano divina que lo ha criado y lo conserva? jAh, sefiores! El dogma de la gratitud es el dogma, no sélo de la 6, sino elde la razon. Hay hoy dia sociedades y pueblos salvajes, 4 cuyo seno podeis penetrar: entrad en él, y vereis que la ingratitud entre ellos es un crimen; Tey ana Nt a ERS ite pa 2 ads am ci PL Re Ne ACRE OR: nna nes onteE ” , vo mT vie) = %