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hijos, y hoy se postran éstos 4 sus sagradas plantas para ofrecerla un homenaje de gratitud.. Este ejemplo, amados mios, es digno de seguirse en sus causas y en sus resultados: cuando el cielo nos salva de los peligros, debemos reconocer la mano que nos saca de ellos, Quiero, por tanto, arraigar profundamente en vuestros corazones esta idea; y para conseguirlo, voy 4: demostraros que, la gratitud a los beneficios de Dios es una necesidad inherenteé la naturaleza humana. _ Augusta Maria, Madre de Dios, alegria del angel, con- suelo del hombre: dirige una mirada compasiva 4 tu in- digno hijo, que va en este momento & predicar la gloria del Sefor; no soy digno yo, por cierto, de alcanzar este favor; pero yo invoco tu nombre, 4 cuyos ecos se doblega Ja Omnipotencia divina, para que venga 4 mi alma la gracia del Espiritu Santo. Ave Maria. apertiite, La razon humana, pesar de su tortuosa marcha en el camino de la verdad, profesa un dogma, y es el de la gra- titud. Apénas el espiritu humano empieza4 desarrollar- se cual aromati¢a flor que eleva sus perfumes hacia el cielo, no puede ménos de comprender que alla en las do- radas techumbres del firmamento existe un Sér supremo, inteligente, sabio y prdvido, que ordena las causas y los efectos; que rige los cielos y la tierra, y conserva en su. primordial fuerza y vigor 4 las criaturas que salieron de sus manos vivificadoras. La sola razon natural conduce al hombre al conocimiento de esta verdad; verdad que debiera tener por inmediata consecuencia la adoracion del Sér divino, si viciado el hombre por el primer pecado, no hubiera perdido la gracia celestial que Dios le diera graciosamente. Si; esta misma razon, cuando esta tersa y limpia como las aguas cristalinas, dice al hombre que

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