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_ ginal existe en el Calvario, y se trasmite en los hijos de Ja Merced, en los héroes de la f6. Fuera de ahi no la ha- - Nareis. Majorem hac dilectionem, etc. Juzgad ahora, amados mios, si tuve razon para afir- mar que la obra de la redencion de cautivos es una copia de la obra de la redencion del mundo. Ved si es cierto que, distando el hombre infinitamente del Sér divino, hay entre uno y otro asimilacion en las obras cuando aquél trabaja por la gloria de éste y el bien de sus hermanos. Ved si puedo afirmar que las obras mundanas son siem=- pre abyectas y defectibles, miéntras las de Dios llevan el sello de la solidez, nobleza y duracion. No me pertenece, pues, ya 4 mf, sino 4 vosotros, el calificar el atentado co- - metido por la filosofia impia, al condenar al exterminio & unos hombres que abrieran con su ejemplo y sus doctri- nas vias anchurosas 4 la moderna civilizacion , de cuyas luces han abusado los hombres para hacer Ja guerra 4 Dios y 4sus obras. ;Ah! ,Qué suerte cabria hoy dia 4 mu- chos desgraciados, si Dios no. hubiese guiado 4 las pla- yas africanas, 4 esas perpetuas galeras del Cristianismo, — un ejército denodado y valiente? Si Dios no se sirviese hasta de las pasiones humanas para realizar sus desig- nios sobre los destinos del mundo, gcuantos hijos de la Iberia llorarian hoy en las carceles de Numidia, sin te- ner esperanza de respirar el aire de su patria, por haber destruido el cristiano fildsofo y arrogante del siglo x1x lo _ que edificéra el religioso humilde del siglo x1? ‘Por tanto, yo os adoro, Dios mio; yo adoro los decre- tos de tu Providencia en permitir que unos derriben lo que otros levantaran ; yo os bendigo, porque quisiste que un principe cristiano aplicase la mina al ultimo reducto de barbarie que tuviera el musulman. Y ti, sombra au- gusta, Rey magnanimo, hijo de San Luis, ti que des- cendiste de aquel trono tefiido con la sangre inocente de tu hermano, ti, que no tuviste otro premio de tus vic—

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