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Bi st RES: aoe = muchos vicios y maldades, sino que la licencia y cos- tumbre de pecar habia casi apagado las luces de la ra- zon.» El siglo xm entre todos tiene el caracter peculiar de guerrero; en él vemos los Federicos de Alemania y 4 los Ricardos de- ‘Inglaterra trasportados con grandes le=- giones &los campos del Oriente; los Luises de Francia ele= van sus estandartes en las costas de la Siria; el mundo todo se halla armado de lanza y espada. Obispos, abades, sacerdotes, letrados, nobles y plebeyos se hacen sefialar con la cruz, y surcan los mares, abandonando su patria por ir 4 conquistar otros paises, en los cuales sus cora- zones religiosos no podian ver con indiferencia que do- -minase el islamismo, por haber sido la cuna de la Reli- gion y la morada del Dios humanado; eran las Cruzadas. Entre tanto, el vandalismo de los albigenses introduce ' por do walerh la discordia y los desmanes de los pueblos; entre tanto no se ven en las naciones sino guerras civiles, _ que todo lo talan y aniquilan; entre tanto los hijos de Ma- homa, viéndose atacados por los cristianos en sus propias fortalezas, conciben contra estos un odio implacable, cu- yos efectos ninguna nacion los siente tanto como aquella que despues de seis centurias continuas media con ellos sus fuerzas para sostener su Religion é independencia. Hé aqui males bien tamafios; el cristiano en su propio suelo no conservaba sino el nombre, pues encontrandose & cada paso convertido en soldado, se entregaba 4 la des- moralizacion, que es compaiiera inseparable de la guerra, y léjos de su hogar, caia en manos de enemigos crueles, - que por vengarse de las pérdidas pasadas, los cargaban de cadenas, conduciéndolos 4 las mazmorras y al castigo cuotidiano. Si el barbaro hijo de la Numidia se. hubiese contentado con sacrificar en su furor al cristiano hecho prisionero, este mal hubiera sido de poca monta, pues hubiera afiadido muchos nombres mas al catalogo de los _ martires; pero una sabiduria infernal le ensefid 4 conser-