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de Dios? Miéntras los Obispos fulminan el anatema, un pueblo sin numero esta esperando en silencio, y lleno de consternacion aguarda con 4ansia la hora¥en que se pu- blique la sentencia. Ya soné: un Prelado sale 4 las puer- tas del templo; toda el Asia pende de sus labios; dos pa- labras tiene que decir: «jMaria, exclama, es Madre de Dios! ;Anatema 4 Nestorio!» Y apénas las ha pronuncia- do, retumban los espacios con el ruido de los vivas, que crecen cada vez mds, como las aguas de un rio caudaloso que se despefian de altas y encrespadas rocas. ;Ah! Y aquién podra decir el triunfo de Maria en la capital del imperio de Oriente cuando fuera janatematizado el pa-~ triarca impio, cuando /la dignidad de Maria fuera de- clarada en el segundo Concilio general de aquella ciu- dad? ,Quién podra contar lo que pasé en Constantinopla? Sale su imagen sobre los hombros de los. Pontifices y sacerdotes ; la rodean y preceden las tropas del imperio; enténanse himnos melodiosos y canticos sagrados ; elé- vanse en los aires cien y cien incensarios con perfumes exquisilos , y en medio de un pueblo inmenso se pasea por las plazas y calles la imagen de Maria, cantando to- dos unanimes la piadosa oracion que acababa de compo-. ner el gran Cirilo de Alejandria: «Santa Maria, Madre de : Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.» Bien en vano el iconoclasta impio rompe las estatuas de la Virgen, porque esto sélo sirve para encender mas y mas en los pechos el amor 4 Maria; bien en yano el protestantismo intenta condenar como iddlatra al culto de Maria, pues entdnces es precisamente cuando se instituyen mas fiestas 4 Maria; enténces es cuando irrevocablemente se asientan y declaran todos los dogmas de la Religion en Trento; enténces es cuando se abren nuevas regiones en que Maria es venerada con amor y entusiasmo. Bien en yano el racionalista ha pre- tendido despojar 4 la Religion de sus encantos, alos tem- \