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racion al naturalista investigador cuanta fuéda de la ve- -ha oido la voz de Maria, siente en su vientre los saltos 496 y le dijo, de parte de Dios, que, 4 pesar de ser él y su a esposa dos ancianos, tendrian un hijo; y, en efecto, al poco tuviera su consorte todos los sintomas de materni- 4 dad. La azucena de los valles que pulula lozana entre las a escarchas eternas de un alto monte, no causa tanta admi- nerable anciana al considerarse madre en una edad qué no tiene otra analogia que la fria losa del sepulcro. Aver- gonzada de este evento, vivia en retiro, sin atreverse 4 mostrar 4 sus conciudadanos, hasta que en él sextomes desu gravidez no pudo ocultarse por mas tiempo, por __ haber llegado 4 su casa una visita tan feliz como inespe-~ rada. Era la visita de la joven Maria, que iba & congra- tularse con su prima Isabel por el beneficio que Dios la dispensara. Desde que hay mundo no se ha‘hecho una visita se- mejante, ni se han encontrado juntos semejantes perso- najes, ni se han oido cosas tan estupendas. Se presenta una anciana con la gloria de la maternidad , y la sale al encuentro una nifia, que es madre tambien , pero con el privilegio de ser virgen; aquélla trae en su seno 4 un Pro- feta; Esta lleva en sus entrafias 4 un Dios: apénas aquélla que da su hijo, y exclama en alta voz: «Bendita Tu entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Y gde_ dénde 4 mi tanto bien, que venga 4 visitarme la Madre de mi Sefior?» Y Maria, sonrosado su rostro al oir sus ala- banzas, contesta al saludo diciendo: «Mi alma glorifica al Sefior, y mi espiritu esta traspasado de gozo en Dios mi Salvador, porque ha puesto sus ojos en la bajeza de su sierva; por tanto, ya desde ahora me llamaran bienaven- turada todas las generaciones.» Ecce enim ex hoc, etc. jAh! jCuantos prodigios en un solo momento! Al paso que las madres se saludan, se saludan tambien los hijos que llevan en su seno; alli Juan, sefialando al Cordero de
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