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llegase el venturoso dia de la aparicion del Redentor, cuyo tipo fuera Elias,y la era de paz que traeria 4 la tierra la dichosa Mujer figurada en la nubecilla del Car- melo. Y en efecto, sefiores; la victoria de Elias sobre a cima del Carmelo y su mbrady en él con los discipulos _que le imitan, es un hecho de la mayor importancia en la antigiiedad; porque 4un prescindiendo de su espiritu de profecia, y considerandolo sélo como un hombre sa- bio y timorato nada mas, debia tener una idea de lo que, seria aquella Mujer, que en tiempos futuros daria 4luzal nuevo Legislador que Moisés habia anunciado; y como to- dos los demas justos de su época, debia ver en su mente esta gran heroina adornada con todas las luces de la ma- ternidad divina. gCuanta, pues, no seria la ilustracion de _ su espiritu, despues de haber tenido tan intimo trato con Dios? ,Cudn clara y distintamente no veria toda la gran- deza de esta criatura, cuyo simbolo le describié el cielo en la nubecilla que ascendiera del mar y cubrié la tierra? Fué entdénces sin duda el fausto momento en que se echa- ron los cimientos de la devocion 4 Maria; el Profeta no podria ménos de bendecir en aquel instante al futuro Re- dentor y 4 su augusta Madre, 4 quienes alabd por la vic- toria que acababa de reportar sobre el infierno. Creo, pues, haber dicho una verdad histérica cuando he afirmado que la festividad de Maria con el titulo del Carmen es el centro de mil grandezas, pues nos recuerda cuanto hicieran las generaciones antiguas y las moder- nas; es sin duda esta la fiesta de los verdaderos adoradores del Sefior, que une en uno los deseos de todos los justos del Testamento antiguo y los amorosos afectos hacia Ma- ria de los del nuevo. La Iglesia catdlica, sefiores, no siukes en efecto, mas que desarrollar los deseos que abrigaron en su corazon los Patriarcas y Profetas, dando unaforma purisima al culto

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