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TSE una ojeada 4 las vastas llanuras de Moab; contempla aquel magnifico cuadro de las doce tribus ordenadas por escuadrones, en cuyo centro flamean las banderas con sus emblemas, los examina, no encuentra entre ellos sino motivos de bendicion y de gloria; el leon de Juda ostenta entre todos los estandartes su noble bizarria, y al verlo el adivino, su espiritu se eleva, y franqueando . rapidamente mas de quince siglos, ve 4 esta ilustre cria- tura que cial estrella ha de anunciar 4 los mortales la se- renidad y la paz, diciendo en tono afirmativo y profético: «Nacera una estrella de la estirpe de Jacob.» ; Ah! Desde Menfis hasta el mar Rojo, desde el Sinai hasta el Jordan, desde que Josué empieza 4 gobernar 4 Israel hasta que Débora consigue triunfos esclarecidos sobre los enemigos de Dios, Maria se ve delineada en todas las heroinas , en todos los portentos y en todas las ceremonias sagradas que se ejecutan en el Tabernaculo. Hemos llegado 4 la quinta gran época del mundo: en ella cesan, por decirlo asi, los simbolos materiales, y empieza el reinado, de la profecia ; Salomon ejecufa en un circulo grande cuantas obras habia en el Taberndculo; el templo santo de Jerusalen reemplaza al antiguo Taber- ndculo de Moisés; pero antes hacelebrado su padre David en cien y cien canticos divinos todas las grandezas dela _ creacion , todos los atributos de la Divinidad ; ha lanzado. < su vista profética en el porvenir de los tiempos, y al son de su lira ha cantado la Encarnacion, el Nacimiento, la Pasion, la resurreccion, la gloria y los tiempos del Ungido, no dando un solo acorde en su arpa que no resuene con el nombre augusto del Mesias y su Madre. Desde que el Profeta Rey ha hablado, las bévedas del templo resuenan sin cesar, de tal modo, que las piedras pueden conocer al Redentor futuro 4 fuerza de oir reso- nar los'cantos de la profecia. La gran era de los Profetas _~ seabre; apénas habra un reinado ni un lustro que no ‘ 5

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