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ee ee 486 no quiso que faltase una figura de la Madre que mds tarde _Jo recibiera en sus entrafias. Mirad el horrendo estrépito con que soplan los aquilones; observad las terrificas. detonaciones de las nubes; contemplad la furia con que despiden sus aguas las cataratas del cielo; ya los montes mas elevados estan al nivel con las aguas, que por espa- “cio de cuarenta dias y cuarenta noches han caido del cielo; un solo viviente no ha quedado. ,Creeis que no existe entre tanto estrago un signo de alianza entre Dios _y el hombre? Si lo hay; mirad esa arca que va flotando — entre las espumantes olas del diluvio; ella encierra en su seno las tltimas reliquias de la humanidad; de esas ocho almas ha de salir la poblacion y civilizacion de la tierra; pero observad al mismo tiempo que esa arca es la Sqn expresa de Maria. ;Ah! Maria conserva al mundo siempre que Dios quiere destruirlo por los pecados de sus habi- tantes ; si, esa arca es figura de Maria, no sdélo por ser la que salva las almas, sino tambien por otras cireunstan- cias: Dios cierra esta arca por defuera para que no entren en su seno las aguas del diluvio, demostrando que asi cerraria con su mano omnipotente todas las puertas por donde pudiese entrar el pecado en el alma de su Madre, impidiendo que cayese en la culpa, redimiéndola de un modo singular y privilegiado; pues 4 nosotros nos salva sacandonos de entre las aguas de la culpa en que nos aho- gamos, miéntras no permite que estas aguas entren en su Madre. Hé aqui la primera edad. Apénas podremos dar un paso en la segunda sin que- dar sorprendidos al ver el bellisimo simbolo de nuestra abogada en el iris celestial; apénas, al ofrecer Noé el holo- causto de alabanza 4 Dios, Este se muestra propicio a todas las generaciones del porvenir, promete que no habra _ en lo sucesivo otro cataclismo de agua; y en prueba de su amor, manda que despues dé las lluvias se presente el arco celestial 4 la vista de todos, como una sefial de paz “ bt Sete Ss ix ab as Rai es See snide a aes