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mezclando la dulzura con el rigor; la humanidad sale con la ayuda del cielo del abismo do se arrojara; Dios jura y promete que llegaria un dia de ruina para la men- tira y de triunfo para la verdad; la cabeza dela serpiente ha de ser estrellada por la semilla santa que nacera en tiempos lejanos de una. mujer; la aparicion del Verbo eterno entre los hombres ser el signo indeleble de una paz _ y alianza nueva y eterna entre Dios y los hijos de Adan. Hé aqui cuanto sucedié en los primeros dias del mundo. Desde enténces las generaciones una por una fueron tras- mitiéndose esta esperanza como la unica ancora que los salvara en el proceloso mar de la presente vida; la mujer que en su seno engendraria al Hijo del cielo, era la cria- tura mds grande que vieran jamas los siglos; y Ella y su Nifio eran mirados como el signo de alianza y de paz para los desgraciados mortales, que algun dia osaran declarar la guerra al cielo. Esta esperanza uniera en uno los pensamientos de mil generaciones; ella enlazaba lo presente con lo pa- sado y lo advenidero; ella elevaba los espiritus de los Patriarcas, y era la nodriza de los Profetas; ella engran- decia 4 los pueblos y les daba vigor, para atravesar por tiempos peligrosos, esperando la edad de oro, la época de la regeneracion. Testigo de esto es la presente solem- nidad , cuyos magnificos preludios encontramos en un gran Profeta del pueblo de Dios cerca de mil afios antes que apareciese el Deseado de las naciones. La fiesta que ~ hoy celebramos de Maria Santisima, bajo el histérico nombre del Carmelo, es una fiesta de recuerdos magnifi- cos y de glorias singulares; fiesta. que nos trae 4 la me-__ moria acciones herdicas y consumadas en la mas remota antigiiedad por hombres que en sus raptos mentales vie- ran 4 Maria como el signo que Dios pusiera desde el priu- cipio para certificar 4 los hijos de Adan que, no obstante la proscripcion 4 que estaban destinados -por la rebelion TOMO Il. 3

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