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7 desaparecia, como desaparecen las tinieblas al aparecer en el horizonte la luz. Vamos 4 ver otros hombres y otros — tiempos, otro trato con la majestad divina, y no hemos de poder persuadirnos de que estemos hablando con Dios, sino'és porque wna Virgen nos ha de decir que es El mismo, y que lo podemos tomar en nuestros brazos, y aplicarlo 4 nuestros labios, y besarlo, porque es Hijo suyo, y nuestro hermano, y Ella nos lo da para eso. Vuélvase, en efecto, la vista & la escena de Belen, primera de la ley de gracia, y se comprende que Dios se ha despojado de aquel aparato terrible y majestuoso con que se dejaba ver de los hombres, y que éstos empiezan 4 tener un conocimiento mds perfecto de lo que es Dios, | y entran en trato familiar con El, como con un amigo y como con un hermano. En vez de roncas bocinas, cuyos ecos hacen retemblar el monte santo, son armonias angé- licas que. llenan los oidos de dulzura y saturan el alma de gozo celestial; en vez de voces de amenaza , cantares de gloria ‘al cielo y de paz 4 los hombres ; en vez de rayos y fuegos, claridad suave , pero tan sialabdcioaa que ella misma dice que viene de Dios; en vez de d6rdenes ame- nazadoras del angel pnbliteadh pena de muerte al.que se acerque al paraje donde esta la majestad divina, invi- taciones carifiosas de los mismos angeles para que se vaya 4 buscar 4 Dios mismo. Pero ,qué mas? en vez de un Dios terrible que se anuncia con truenos y relampa- gos, y es llevado en carrozas de remolinos de fuego, un Dios nifo, un Dios tierno, un Dios que llora, que esta fajado en pafiales, que descansa,en un poco de heno, que se deja tocar y abrazar y llenar de caricias. éQuién no se espanta? Quién no se anonada? Mejor dicho: ,quién no se eleva y se extasia? ,Quién no derra- ma lagrimas de gozo al ver una cosa tan nueva, tan inaudita y tan distinta de lo que el género humano ha visto en cuatro mil aiios? No es ya un Abraham 6 un a

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