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mero y sin medida. Ved, pues, si en aquel momento fué superior 4 los angeles; pues habiendo Dios dado a éstos Ja gracia por partes, & Maria la did con toda la plenitud. aY cémo no? j Qué hermosa, qué .acabada no seria esta fabrica, este palacio animado del Rey del cielo, cuando la maternidad divina era como el regulador de todas sus perfecciones? ,Cuantas no serian las gracias que saldrian de un Dios infinitamente rico de todos los dones, y el -eual, por mucho que dé, siempre queda inexhauslo? Si, en aquel feliz primer instante fueron superiores a las de todos los hombres, lo fueron 4 las de todos los angeles; fueron gracias extraordinarias , gracias casi infinitas, casi incomprensibles. Y esta verdad nos la demuestran & cada paso las di- vinas Escrituras, sin que quede lugar 4 duda‘alguna; por- que Maria es aquel monte cuyas raices, segun Isafas (1,2), empiezan en las vértices de las mas gigantescas montafias; Maria es aquella ciudad cuyos cimientos es= tan afirmados en los collados: externos , segun David. (Psalm. Lxxxv1), y esta misti ion es tan agradable 4 los ojos de la Divinidad, que, s n se expresa el mismo Profeta-Rey, ama Dios su entrada mas que lo interior de los tabernaculos de Jacob: Diligit Dominus portas Sion, super omnia tabernacula Jacob. Ya no me admiran los elogios que de esta Virgen hacen los Padres dela Iglesia: no me extrafia oir decir 4 un San Pedro Damiano que. cuando esta obra salié por primera vez de las manos del © _ Supremo Artifice, no era inferior sino al que la erié _ (Serm. de Annunt.); & Bernardo y otros, que 4 todos los demas Santos la gracia les cayé gota 4 gota, pero 4 Ma- ria vino toda de un golpe, como una lluvia instantanea 6 como un caudaloso rio que, saliendo de madre, inunda los campos, sin que parte alguna de los valles quede desocupada de las aguas; gracia singular, porque el alma de Maria fué amada de Dios desde el primer instante de

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