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padecimientos de su Hijo en los tribunales y en el pre- _ torio habian sido, por decirlo asi, privados. Sélo los pon- tifices y los escribas habian sido testigos de las iignomi- nias que ejecutaran ellos mismos con Jesus en medio del concilio. Prendido 4 favor de las tinieblas de la noche, habia sido conducido con rapidez del conciliabulo de Caifas @ la prision, de la prision al pretorio romano, y en él, despues de haber sido azotado con crueldad y coro- nado con ignominia, se le did la sentencia de muerte, ocasionada por la voceria de un pueblo furioso, cuyos ecos resonaron en el corazon del juez mas que la inocen- cia de Jesus; y desde este punto Maria se constituye com- paiiera de los tormentos de su Hijo. jOh corazon de madre la mas tierna! Sale su Hijo arrastrando por las calles de Jerusalen el ignominioso y pesado madero; al son de la trompeta militar camina toda una ciudad, dirigiéndose hacia una montaiia cuyos cerros blanquean 4 lo léjos con las innumerables |osamentas de Jos ajusticiados privados de sepultura; los gritos del »po- pulacho, hiriendo los oidos de la afligida madre, la dan a entender que estan cerca de la puerta que daba para el Calvario. gQuién detendra sus pasos generosos? ,Quién ' podra ahorrar 4 Maria el momento de dolor al encontrarse con su Hijo? Nadie; el amor la hace correr, volar y preci- pitarse, sin que puedan contener sus pasos las masas, que cual enfurecidas olas del mar se agitan en todas direccio- nes. Se presenta 4 su Hijo. }Oh momento cruel! Jesus habia caminado sin levantar sus hermosos ojos, y al llegar 4 Ja ultima calle, los eleva con modestia y ve jay! asu desventurada Madre, cuyos ojos, eclipsados con las muchas lagrimas, se dirigen 4 los suyos, cubiertos de la tristeza présaga de la muerte; pero ga dénde vas, Madre, la mis desgraciada entre las mujeres? ; Vuelve tus pasos atras, y alla, en tu retiro, dad rienda suelta 4 vuestras lagrimas por la muerte préxima de vuestro Hijo! Pero ’ ; ~ ed pe bia et e , y seer prey: