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los milagros de Jesus, de su doctrina, de su imperio so- bre los espiritus infernales, y de tantas acciones por- tentosas, que todas refluian en honor de su Madre, como lo expresé aquella piadosa mujer que nos refiere el Evan- gelio? (Luc., cap. 11, ver. 27). No quiero hablar de las dotes de aquella alma, santisima unida & la divinidad desde el moment de Ja Creacion, ni de la hermosura de aquel cuerpo, cuya belleza nos pinta la esposa de los cantares, manifestando con figuras las mas escogidas que su.cabeza era blanca y rubia, m4s hermosa que el oro, sus cabellos como las flores de las palmas , sus ojos como los de las blancas palomas lavadas en las aguas crista- linas , sus manos blancas y torneadas: todo amable, todo suavidad, todo dulzura. (Cant., v, vers. 10, 11, etc.) Baste decir que Jesus era hijo unico de Maria: baste decir que el esposo de Maria era Dios, que su padre era Dios, que su hijo era Dios. ;Oh amor inexplicable de Maria hacia Jesus! Infinito por su objeto, dejaba de serlo en Ma- ria sdlo porque se lo impedia el sér de criatura. iMadres. cristianas! Si quereis comparar el amor de esta Madre para con su Hijo con el amor que vosotras teneis 4 los vuestros, comparais la nada 4 la existencia, las tinieblas 4 la luz y la tierra al cielo; vuestro amor esta repartido entre muchos hijos y un esposo ; mas no es asi en Maria: Dios era todo de Maria, y Maria era toda de Dios; no se reconcentran en la concavidad de un vidrio los rayos del sol con la perfeccion con que el amor de Maria se recon- -centraba en su Hijo divino; no se. precipitan con tanta tapidez los rios caudalosos en el centro del Océano como el amor de Maria se internaba y se confundia en el seno de la divinidad ; los serafines, al lado de esta criatura, no saben amar, porque si ellos aman 4 Dios por su bondad- y perfecciones, Maria le amaba por ser su Hijo. Racioci- nemos ahora: tiene el amor la propiedad de hacer comu- _ mes 4 las personas amadas los bienes y los males. ,Cémo

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