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550 PRIMERA PARTE. ; Para dar 4 conocer la tierna solicitud de Maria para con su Hijo paciente, basta decir que era su Madre, Re- gistremos toda la innumerable série de los séres visi- bles, y por mucho que discurramos, jamds encontrare- _ mos uno que tanto llene el corazon como un hijo para su madre. Desde que ésta empieza 4 serlo, se forman rela- ciones tan intimas, que no las puede abolir ni la misma muerte; por nueve meses continuos él hijo no vive sino con la vida de su madre, ni tiene otro alimento que el _ propio de la madre, y ésta sdélo suspira por el dia feliz en que, dejando el hijo el claustro maternal, pueda pasar 4 sus brazos, suspenderlo 4 sus pechos y entregarse sin cuidado 4 los trasportes de una alegria tan natural, tan justa y tan racional, como inspirada por elinstinto y por | la sangre. Estas simpatias casi ma eriales, ;cuanto no se auméntan tan luégo como la madre y el hijo forman dos séres enteramente distintos? ; Qué indivisibles son las dos almas! ; Qué identificados estan los corazones! La alegria, el placer, el sentimiento y el dolor, todo es comun &una madre y 4 un hijo; de modo que, como afirma el Doctor angélico, aunque separado el hijo del vitero materno, deja de vivir con la vida de la madre, los lazos de union mutua en vez de acabarse se aumentan con tanta mayor y mas insuperable fuerza, cuanto excede lo moral & lo fisico, lo racional 4 lo que es puramente instintivo. Este amor que inspira la naturaleza recibe nuevos in- crementos cuando se agregan circunstancias notables; mas amor se tiene al hijo tinico que 4 una numerosa prole, porque Ja criatura limitada, 4 medida que reparte sus dones, tiene que privarse de ellos, y cuantas mds. sean las personas 4 quienes reparte, menor ha de ser la porcion de cada indiyiduo; si, el amor 4 un hijo tinico
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