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demas mujeres. Este error, como todos los demas que en los siglos pasados han puesto mil veces 4 la Iglesia en congojas terribles, no tuvo otro principio que Ja inter- pretacion arbitraria de la Escritura, prescindiendo del sen- tido que le da la Iglesia, tinico intérprete infalibley unica depositaria de la revelacion. Si el impio Nestorio, uniéndose al espiritu de esta Iglesia, hubiese traido a su memoria aquel momento en que Jesus exhalaba sus ulti- mos suspiros en el Calvario, ciertamente hubiera fijado. sus miradas en la tierna y compasiva Mujer que, tras— pasada de dolor y anegada en lagrimas, se hallaba en pié al lado del patibulo, lo que no pudiera hacer si no fuese madre, y madre de Dios. Stabat juxta crucem Jesu Mater, etc. (Joan, c. xrx, vers. 18.) ___ Léjos estoy, amados mios, de poner a vuestra vista. una demostracion sobre esta verdad, pues temeria ofen- der vuestra ilustrada piedad, tan adicta 4 los dogmas de la fé; y mucho mas cuando estos cultos que hoy celebramos en honor de la Madre de Dios, son motivados por la de- vocion sincera de algunas almas que me oyen, y que ci- fran toda su dicha en presentar sus corazones 4 esta au- gusta Reina, en sefial de amor y de gratitud. ,Quién po- dra dudar de Ja ternura maternal de Maria para con su Hijo Jesus|? ,Quién deja de conocer su herdica constancia al lado de la victima del pecado? Conformes con la rela- cion del Discipulo amado, que fué el testigo ocular de los trabajos de Jesus y de los dolores de su Madre, vamos. 4 examinar dos verdades que contribuyan a nuestra ins- truccion: en la una aprenderdn las madres 4 prodigar & sus hijos los consuelos necesarios para alivio de sus tri- bulaciones ; en la otra nos ensefiaremos todos sin distin- cion, para hacernos superiores 4 todas las angustias y reveses del mundo, enemigo de todo aquel que quiera seguir las sangrientas huellas del Hijo de Dios. Las sim- ples pero elocuentes palabras del Evangelista me su-

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