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Sigs primera vez vi 4 mi Hijo en mis brazos; vosotros, que le serviais como 4 vuestro Sefior y Dios, y 4 mi como 4 su Madre; vosotros lo sabreis. ,Ha muerto mi Hijo? gEsta en el sepulcro?» ;Qué espanto! Los angeles han tenido ménos valor que esta Mujer. Todos se hallan sobrecogidos por haber visto morir al Rey de la gloria; no teniendo fuer- zas para hablar, nada contestan 4 Maria. Se dirige 4 su Hijo, le habla, le pregunta, y no responde: eleva sus manos al firmamento; aquellos ojos purisimos que, cual perlas rodeadas de agua, no tienen ya tersor alguno, fijan en las alturas. ; Quizé el Eterno Padre respondera 4 las preguntas de su Hijo ; Quiz4 su Esposo divino va a consolar 4 esta tierna Esposa, & esta que es su tnica pa- loma 6 inmaculada! ; Esperanza inutil! El cielo esta en- lutado; el Dios de los siglos esta de duelo por la muerte de su Hijo, y reina en su corte el silencio del sepulcro. Habla Maria 4 las criaturas, y todas le responden que Jesus es muerto. Llora el firmamento, llora la tierra, llo- ran los angeles, Horan los discfpulos, y todos dicen una- nimes que lloran porque ha muerto su Dios, el Dios que se humanara en las purisimas entrafias de Maria. Empez6é entdénces esta solitaria tértola 4 hendir los aires con sus lamentaciones y gemidos, dando rienda suelta 4 aquellas lagrimas que, como argentados arro- yuelos, corrian por sus mejillas. «Cdémo es posible, decia, que el Sefior, lleno de enojo, haya envuelto en tinieblas de amargas penas 4 Sion, su amada hija? gCdémo es que del trono elevado de la grandeza, en que, 4 la manera de un hermoso astro, resplandeceria en el cielo, ha derriba- , do en la tierra 4 la que ha sido el arca de su testamento? gDénde estas, joh Hijo mio? gDénde estas, luz de mis ojos? _ jNo respondes! ; No hablas 4 tu Madre! ; A tu Madre, que te crid 4 sus pechos, que te libré de mil peligros, y que daria por ti mil vidas que tuviera! ; Yo no tenia en el mundo otro bien que ti, ni yo vivia ni suspiraba sino BE sao, | |

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