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un objeto amado, nunca podemos representarnosle con toda la viveza, por no haber sido él el unico a quien he- mos afeccionado.. Pero en Maria, sefiores, no oaks asi. Por espacio de _treinta y tres afios no ha tenido mas que un objeto y un pensamiento: ha vivido entre los hombres como si éstos no existieran. La hermosura de los cielos y de la tierra, la grandeza de esta maquina admirable del mundo, no han podido encantar , ni Aun detener por un sdlo momento, 4 — ~ la que estaba siempre extasiada en la contemplacion y vista del que esorigen de toda grandeza y hermosura. Mas ; qué vacio tan inmenso! jQué soledad tan espantosa! _jQué ideas tan aterradoras! Este objeto era Jesus, y Jesus ya no existe. Antes era para Maria un vasto océano de luz que la baiiaba por todas partes y la beatificaba; ahora es un horizonte sin limites, cubierto de densas tinieblas, donde no apercibe ni el débil reflejo del sol que ha tras- _ montado al otro hemisferio, ni los opacos destellos de las 4 estrellas. Antes era Jesus la idea que perennemente ale- 4 graba su corazon; ahora no le sirve sino de tormento y x amargura. 4 Como si esta Virgen prudentisima no hubiese apre- ciado jam4s con detencion todas las grandezas de su Hijo; ‘ como si, 4 la manera de los otros hombres, no hubiera 4 conocido el bien sino despues de haberlo perdido, se agol- : pan en su espiritu todas las excelencias de su adorado ; Jesus. Todas las maravillas que-ella viera , todas las pro- mesas divinas, cuantos milagros hiciera, cuantos home- najes recibiera del cielo y de la tierra, de los angeles, de . los hombres y hasta de los espiritus malignos, todo asalta al corazon de Maria, impresionandolo como si por pri- mera vez tuviera estas sensaciones. Esta rodeada de las tinieblas de la noche, y su espiritu la trasporta a los resplandores de la noche de Belen, 4 las musicas an- gélicas, 4 las adoraciones de los pastores y de los sdbios; gs ehh, ie
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