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lemnidad entre vosotras y otras muchas ‘casas religiosas, — qué otra cosa es sino una renovacion publica y solemne de- aquel momento soberano en que en presencia de las aras y con juramento solemne prometisteis al Esposo celestial una felicidad eterna? ,Qué otra cosa es sino la renovacion de aquel segundo bautismo, en que vuestras almas que- ' daron mas blancas que la nieve, consagrandose entera- mente al Rey de las virgenes? ,Qué otra cosa es sino la reminiscencia y nueva oblacion de aquel sacrificio uni- versal y completo que hicisteis de todo lo que érais y podiais ser, sacrificio en que la victima dejé los ornatos exteriores y se present ella misma 4 las aras, para sa- crificar lo mas grande que tenia, su voluntad, 4 la volun- tad humana, su cuerpo 4 la maceracion, su alma toda al Esposo divino, para que este hiciese de todo, lo que a El mas agradase? Pero esta misma renovacion solemne no es mas que la expresion ptiblica hecha en presencia de. Dios y de los hombres, la manifestacion de aquella obla- cion que cada dia haceis en vuestro espiritu, y que sdlo es conocida del Esposo celestial. jAh! El momento es” grandioso ; nuevos lazos van a uniros con vuestro Dios. ;Felices vosotras, mil veces felices , si vuestro corazon se abre del todo al espiritu divino para que éntre en él y haga de él su morada y templo! j Felices si comprendeis que es preciso que no _ haya en ese corazon un solo rincon, por minimo que sea, que esté ocupado por afeccion mundana 6 por el amor propio! Si, cuando el espiritu de amor pretende entrar en alguna alma, se han de ahuyentar antes todas las afec- ciones mundanales, porque el Espiritu Santo no puede tomar posesion de una alma si aquélla no ha de ser total y completa. ;Felices, repito, si comprendeis bien esta verdad! ; Ah! Veo yo renovarse en este momento, aunque de un modo invisible, el prodigio del Cenaculo; sobre unas almas que viven intimamente unidas en los lazos TOMO Il. 3h